Enrique Vila-Matas, entre la vida y la literatura

Lo de Enrique Vila-Matas es único. Aparte de ser uno de los grandes escritores en castellano del estado español, y no solo porque lo digamos nosotros, sino porque el reconocimiento le ha llegado de la crítica y de los lectores de todas las partes del mundo, es un escritor que levanta filias y fobias exageradas. Si eres seguidor de Vila-Matas seguramente lo serás hasta la muerte, escriba lo que escriba. Pero si no te ha gustado uno de esos libros, ya te puedes descabalgar porque no te gustará ninguno y además es posible que le tengas algo de inquina. Cosas de la literatura y de su estilo tan peculiar que juega con la verdad hasta retorcerla y dejarla irreconocible.

Vila-Matas nació en Barcelona en 1984 y algunos de sus libros forman parte ya de la historia de la literatura española reciente como Impostura, Suicidios ejemplares, Hijos sin hijos, Historia abreviada de la literatura portátil, Bartleby y compañía, El mal de Montano, Kassel no invita a la lógica o Doctor Pasavento. Su nueva novela, Mac y su contratiempo, cuenta como un hombre que ha perdido su trabajo decide convertirse en escritor y a través de un diario nos cuenta cómo es su vida cotidiana y cómo se interesa por una obra menor de un autor consagrado para rehacerla de arriba, abajo, para rescribirla, para mejorarla de alguna manera.

La novela no es otra cosa que una reflexión sobre la creación literaria. Pero una reflexión muy peculiar porque lo que interesa aquí –lo que parece interesar al autor- es el acto de la repetición, al que de alguna manera parecen estar condenados todos los escritores. Se dice en un momento del libro “en el centro de toda creación literaria se oculta el oscuro parásito de la repetición”. Y el personaje protagonista señala “me gusta repetir, pero modificando” y “tengo vocación de modificador”. También habla la novela del pecado de vanidad que contamina la literatura actual, porque, textual, hay muchos “narradores que se creen preparados para escribir una novela; se sienten tan increíblemente preparados que en su inagotable vanidad están convencidos”. ¿Sobran libros? Parece que sí, según la tesis de la novela. ¿La literatura es una forma de perder el tiempo? Tal vez. Provocación y diversión en todo caso.

Y luego están los homenajes a otros escritores. Porque el protagonista de la novela, Mac Vives (se asemeja a Mal Vives, otro chiste), quiere reescribir un libro que en cada capítulo rinde homenaje al estilo de una serie de autores, a los que, evidentemente Vila-Matas acaba rindiendo su particular homenaje: Cheever, Djuna Barnes, Borges, Hemingway, Carver, Malamud, Marcel Schnow, Jean Rhys, Poe y Chesterton. Una especie de vademécum particular. Y, por cierto, me gusta también el cachondeo que se trae el autor con los horóscopos de los periódicos a los que utiliza para hacer que su protagonista haga una reflexión de su día a día comparándolo con lo que el horóscopo le había pronosticado. Cachondeo fino.

Soy muy “vila-matiano”. ¿Se nota? Y en líneas generales me gusta casi todo lo que escribe. Cómo no vas a querer a un tipo que escribe frases como ésta: “las novelas dramatizan a veces demasiado unos sucesos que en la vida real suelen producirse de un modo más sencillo o irrelevante”. La vida y la literatura.

Enrique Martín

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