El comictario. El Heraldo, de J.G. Jones y Mark Waid

De los árboles del Sur cuelga una fruta extraña…” Así comienza la famosa canción Strange fruit, que interpretaba en los años 30 del pasado siglo la legendaria cantante de color Billie Holiday. Un tremendo alegato contra el racismo, una estremecedora denuncia de los linchamientos de personas negras en el sur de los Estados Unidos, cuyos cadáveres ahorcados colgaban de los árboles como extrañas frutas ensangrentadas. Tomando como referencia esta canción y aquellos tiempos terribles el gran guionista Mark Waid y el sensacional dibujante J.G. Jones, nativos sureños los dos, firmaron el año pasado uno de los cómics más polémicos publicados en el país del Tío Sam.

Se titulaba, lógicamente, Strange fruit, y una de las principales críticas que le llovieron fue que sus dos autores eran blancos y del sur, y por ello no podían empatizar con los sufrimientos padecidos por la población afroamericana. Una crítica que se demuestra absurda con la lectura de esta rompedora novela gráfica, ambientada en el año 1927, durante la gran inundación del río Misisipi, la mayor en la historia de los EEUU. En vísperas de la catástrofe y con la lluvia cayendo de forma torrencial, en la pequeña ciudad de Chatterlee el miedo a las aguas se mezcla con las tensiones raciales. Mientras el Ku Klux Klan hace de las suyas, los blancos propietarios de las plantaciones tratan por todos los medios de obligar a los trabajadores de color a que refuercen los diques de contención del río.

La situación se hace cada vez más grave y, de repente, sucede lo imprevisto: una especie de meteorito cae cerca de Chatterlee y de su interior sale un negro gigantesco, un Superman de color que atemoriza a los blancos y se convierte en la gran esperanza de la población negra, El Heraldo que da título a la versión en castellano del cómic. Pero no hay maldad en el gigante venido del espacio, y Jones y Waid juegan con la idea del superhombre y el uso de la fuerza en bien de la comunidad, aunque no por ello dejan de sazonar esta peculiar historia con matices e imágenes que provocaron la airada protesta de algunos sectores, como la del coloso negro desnudo y usando como taparrabos la bandera sudista.

Magnífica ambientación histórica, una gran galería de personajes y excelentes dibujos de J.G. Jones, que llega a recordar incluso al mítico Norman Rockwell, el ilustrador por excelencia del costumbrismo americano. Un conjunto de virtudes que hace de El Heraldo un cómic absolutamente recomendable. No os lo perdáis.

Iñaki Calvo

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