Robert Harris y los secretos del Vaticano

Debe ser cierto eso que dice Jack Miles al comienzo de Dios. Una biografía, sobre que los cristianos, aunque hayan dejado de serlo siguen conservando las maneras de su etapa como creyentes, como les pasa a los ricos que han caído en la miseria. Algún rescoldo de aquellos lejanos tiempos ha debido quedar alojado en mi cerebro porque de otra manera no entiendo por qué esta Semana Santa he leído una novela titulada Cónclave por mucho que su autor sea un reputado escritor de best-sellers de los considerados de calidad, si es que eso es posible.

No había leído nada de Harris, ni siquiera su famosísima Patria (sí, existió otro libro con ese título antes del de Fernando Aramburu, aunque su temática era muy diferente, de hecho estamos hablando de una novela de fantasía, una ucronía sobre la victoria de las fuerzas del eje en la II Guerra Mundial). Ahora, después de varios títulos y bastantes éxitos, el bueno de Harris la ha emprendido con la iglesia, seguramente motivado por el éxito mediático del Papa Francisco y se ha puesto a novelar el futuro de la institución. En realidad se parte de la muerte de un pontífice muy parecido al papa actual, aunque el autor, claro, rechaza toda comparación. Y hay que montar la reunión de cardenales.

Mucha gente en lugar cerrado, situación interesante para un escritor hábil, con el foco puesto en el decano del colegio cardenalicio que va distribuyendo la acción entre el resto de personajes. Harris invierte el primer tercio del libro en presentar a los protagonistas, una variada muestra de la cúpula de la iglesia, con gente llegada de los más diversos lugares del mundo y pertenecientes a las más variadas razas. Hay algunos esbozos de los conflictos que llegarán más adelante y los problemas de conciencia que parecen ser consustanciales a los personajes religiosos. Entretenido, eficaz, correcto. Bueno, empiezan las votaciones. Aquí el autor juega con la fascinación que ejerce en el lector, en cualquier espectador, una prueba casi deportiva, un torneo en el que solo puede quedar uno, en el que toman parte muchos personajes cuyo lugar en la clasificación va cambiando en función de los episodios que se suceden y que muestran asuntos melodramáticos amorosos, conflictos de corrupción, actividad terrorista, y sin salir de la Capilla Sixtina, y hasta sexo.

Reconozco haber tenido la tentación de revisar las diferentes listas que van surgiendo de las diferentes votaciones antes de llegar a ellas en la lectura, lo que puede indicar que la escritura de Harris se lleva bien, pero interesa mas el resultado, ya digo como en el futbol, y cuando termina la elección aun entonces queda un último asunto que solucionar, un último giro sorprendente que sobresalta al lector. Hay que reconocer que Robert Harris es bueno haciendo lo suyo, escribe de manera correcta, no aspira a escribir la gran novela europea del siglo XXI, pero cumple con su lector de manera impecable, e incluso proporciona al consumidor la sensación de estar haciendo lo que el rito indica para unas fechas determinadas, vamos como volver a ver Ben-Hur en Semana Santa. Pero, no se preocupen, Cónclave sirve para ser leído en cualquier momento. Y entretiene como pocos.

Félix Linares

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