DÃa sÃ, dÃa también, tenemos noticias procedentes de Corea del Norte en forma de misiles lanzados por el régimen de Pyongyang en abierto desafÃo a la comunidad internacional. El último vestigio de la Guerra FrÃa, la existencia de dos Coreas separadas por el famoso Paralelo 38, sigue siendo una herida sangrante en la geopolÃtica mundial pero, por encima de las tensiones militaristas, los grandes olvidados son los norcoreanos, una población de más de 25 millones de personas obligadas a vivir en un paÃs donde la disidencia se castiga con la muerte y donde todo se dice y hace a mayor gloria del dirigente supremo que, desde la fundación de la República Popular Democrática de Corea en 1948, es un miembro de la dinastÃa Kim. Y esta población olvidada es la gran protagonista del cómic que hoy nos ocupa, El cumpleaños de Kim Jong-Il, publicado por la editorial vasca Astiberri.
Sus autores son dos franceses, el guionista y reportero Aurélien Ducoudray y la dibujante Mélanie Allag, que narran la odisea cotidiana de los y las habitantes de Corea del Norte a través de la visión y el testimonio de un niño, Jun Sang, que tiene ocho años al empezar la historia y dieciséis cuando termina. Su relato es el de un perÃodo terrible en la historia norcoreana, pues incluye la hambruna que el paÃs sufrió entre 1995 y 1999, a consecuencia de unas inundaciones que devastaron los cultivos de arroz. Al inicio de la historia, la voz inocente de Jun Sang nos dice que en Corea del Norte no se celebran los cumpleaños, excepto el suyo, porque coincide con la fecha de nacimiento de “nuestro Querido Dirigente, Kim Jong-Il“. A través de sus ojos infantiles asistimos a una vida cotidiana marcada por la escasez y la presión de una férrea dictadura. La vida es difÃcil, pero los niños juegan y se divierten y, totalmente aleccionados por el régimen, sueñan con ser héroes en la lucha contra los “tÃteres del Sur y los perros americanos“.
Sin embargo, la llegada del hambre lo cambia todo. La amenaza de muerte por inanición es tan evidente que Jun Sang, su hermana y sus padres optan por huir a China y, desde allÃ, pasar a Corea del Sur, donde viven los abuelos paternos. El intento de fuga fracasa y toda la familia es internada en un campo de concentración donde vivirán un auténtico infierno. En esta fase de la historia el color de las páginas pasa a blanco y negro, y asà se mantiene prácticamente hasta el final, donde vuelven los colores y un Jun Sang adolescente se convierte en sÃmbolo de esperanza para quienes sueñan con la libertad en ese paÃs-prisión que es Corea del Norte. Como antes ya ocurrió con la genial Pyongyang, de Guy Delisle, ahora El cumpleaños de Kim Jong-Il demuestra que el cómic es el medio que mejor ha sabido retratar la tragedia norcoreana. No os lo perdáis.
Iñaki Calvo