El tocho. En la Patagonia, del británico Bruce Chatwin

En el comedor de la casa de mi abuela había una vitrina, con un trozo de piel en su interior. Un trozo pequeño, pero grueso y correoso, con mechones de pelo áspero y rojizo. Estaba sujeto a una tarjeta mediante un alfiler herrumbroso. Sobre la tarjeta había algo escrito con tinta negra desvaída, pero entonces yo era muy pequeño y no sabía leer.

– ¿Qué es eso?

– Un fragmento de brontosauro.

Mi madre conocía los nombres de dos animales prehistóricos. El brontosauro y el mamut. Sabía que aquel no era un mamut. Los mamuts provenían de Siberia.

El brontosauro era un animal que se había ahogado durante el diluvio, porque Noé no lo había podido embarcar en el arca a causa de su gran tamaño”.

Así comienza En la Patagonia de Bruce Chatwin. Experto en arte y arqueología, periodista brillante y gran seductor, el autor inglés de quien les hablo hoy, murió prematuramente a causa del sida con apenas 48 años, en 1989,  y por desgracia, después de un periodo de amplia difusión de su obra, empieza en la actualidad a caer en el olvido. Chatwin narra en este libro, el primero de su producción, publicado en 1977, el viaje de seis meses que realizó a través de la Patagonia y la Tierra del Fuego argentina y chilena, aplicando a su escritura los preceptos del nuevo periodismo: ese acercamiento a la realidad en primera persona, tras una amplia labor de investigación, con una mirada intensa y atenta, que dota de una dimensión estética al objeto de su reportaje.

El resultado es de una riqueza sorprendente. Chatwin consigue ofrecernos en menos de 250 páginas un panorama variadísimo de la Patagonia. Los fósiles de gigantescos animales prehistóricos que habitaron la región son el primer motivo del viaje del autor, pero a partir de ahí conocemos el diverso paisaje natural y humano, en el que destaca la amplia colonia galesa de la Patagonia dedicada a la ganadería, muchos de ellos descendientes de independentistas huidos de Gran Bretaña; descubrimos el verdadero final de forajidos gringos como Buth Cassidy y Sundance Kid; asistimos a las revoluciones anarquistas que tuvieron lugar en los años 20; comprobamos que una vez más las relaciones con los nativos fueron traumáticas, incluso desde el viaje de Darwin en el Beagle, uno de cuyos puntos de atraque fue Tierra del Fuego; nos asombramos con la riqueza metafórica de la lengua de los indios yaghanes o con la mitología de los nativos de la isla Chiloé. Y todo ello intercalando encuentros con personajes pintorescos, solitarios y algo salvajes, pobladores ideales de esta remota región, en la que discurrió buena parte de la vida y aventuras de Charly Milward, el cónsul británico más austral del imperio, cuyo rastro, seguido por el autor, constituye el hilo conductor de todo el relato.

Dicen que Chatwin revolucionó con este libro la literatura de viajes, también que se inventó parte de lo narrado. Puede que ambas cosas sean ciertas. Que no se trate de una crónica verídica y tampoco de una novela. Pero en cualquier caso, es un bello artefacto literario, escrito con una prosa concisa y sensible, llena de encanto, y resulta enormemente sugestivo e interesante. Una lectura ideal para el verano que iniciamos. En la Patagonia de Bruce Chatwin.

Javier Aspiazu

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