El tocho. El jinete del caballo blanco, de Theodor Storm

Leí lo que me propongo referir sentado junto a un sillón, en casa de mi abuela, la esposa del senador Feddersen, en un librito ilustrado, encuadernado en cartón azul, y no puedo recordar ahora si era el Leipziger o el Papes Hamburguer Lesefruechten. Aún siento una sensación semejante a un escalofrío cuando recuerdo la hermosa mano de la octogenaria acariciando mi cabeza. Tanto ella como su tiempo están sepultados ya en el olvido.  En vano he buscado de nuevo aquellas hojas y, por consiguiente, no puedo asegurar la verdad de los hechos. Si alguien los negase no tendría pruebas de convicción, pero sí que puedo asegurar que, sin que nadie me los haya recordado, jamás se han apartado de mi memoria.

Así comienza El jinete del caballo blanco, de Theodor Storm. La vida de este poeta y narrador alemán discurrió a lo largo del siglo XIX y su obra evolucionó al ritmo de los gustos literarios de la época, desde un lirismo nostálgico, donde cantaba la naturaleza del norte de Alemania, y en especial, de su Schleswig natal, a un realismo más interesado por temas sociales.

La novela corta que hoy comentamos, publicada en 1888, año de la muerte del autor, participa de ambos aspectos. Bajo la apariencia de un relato fantástico, la génesis de una leyenda popular, El jinete del caballo blanco es una poderosa evocación de la naturaleza, con una presencia constante del mar del Norte, y de los hombres que intentan domeñarlo ganando metros a las aguas por medio de la construcción de diques. Y al mismo tiempo, ofrece una interesante crónica de las tensiones sociales que se derivan de este empeño.

El autor nos cuenta la historia de Hauke Haien, el hijo de un modesto campesino de la costa frisona, que gracias a su inteligencia y aplomo se convierte en ayudante del Deichgraft, nombre con el que se conocía al encargado oficial de la construcción y conservación de diques. Una función importante en la comunidad, que Hauke ejerce en la sombra, supliendo la incapacidad y la pereza de su patrón. Cuando éste muere, Hauke se casará con su hija, la fiel y valerosa Elke, será nombrado nuevo Deichgraft y tras múltiples reformas, iniciará la gran obra de su vida: el dique indestructible. La resistencia a los cambios, favorecida por una religión oscurantista, y las envidias de otros campesinos, como su eterno rival Ole Peters, son los obstáculos a los que debe enfrentarse el testarudo Hauke, antes de que su destino trágico le convierta en leyenda.

Theodor Storm consiguió con esta novela su obra más lograda. A su inspirado retrato de la naturaleza, con la descripción del mar helado y fantasmal en invierno, o de las olas embravecidas y amenazantes del estío, hay que sumar el amplio cuadro de costumbres que nos ofrece, representado por las fiestas populares o el ciclo de las tareas comunales.

Por último, El jinete del caballo blanco es un excelente ejemplo del argumento literario primigenio, la eterna lucha entre la realidad y el deseo: en este caso, entre un entorno natural poco propicio y el esfuerzo humano por transformarlo. Encontrarán El jinete del caballo blanco de Theodor Storm, en Valdemar ediciones.

Javier Aspiazu

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