Jon Ariza de Miguel o cuando el amor imaginado es mejor

Tras Ohe hotzak, publicada en 2016, el escritor portugalujo Jon Ariza de Miguel regresa a las librerías con otra novela: Haizeari begira. El punto de partida de esta historia es el siguiente: un hombre llega a una isla europea-no sabemos cuál- y se instala en un pequeño hotel a la espera de reunirse, al día siguiente, con su hermano. El tiempo está desapacible y ya conoce la isla con lo que decide quedarse descansando en el hotel. Las horas transcurren morosas entre la habitación y el restaurante. Sin embargo, un hecho, en principio, irrelevante, va a alterar la tranquilidad del protagonista de la novela, que tiene bastante de antihéroe, de gigante de la inacción. ¿Qué es lo que sucede? Pues sucede que desde su habitación ve, en el piso de frente, a una chica, más joven que él, muy hermosa, asomada a la ventana. Él se siente tan atraído por esa mujer que cuando llegue su hermano, mucho más dinámico, se mostrará totalmente refractario a salir del hotel. No quiere perder de vista a la joven: la observa mientras lee, mientras toma el té, vigila sus entradas y salidas.

Como vemos, el argumento es sencillo y los elementos narrativos están claros: dos personajes y la sombra de un tercero; y el hotel como escenario. Sin duda, estamos ante una novela que podría adaptarse al teatro con facilidad. Pero a pesar de que la acción superficial es mínima, pasan muy pocas cosas, hay que reparar en el movimiento interior de la historia, donde encontramos varias reflexiones interesantes: una de ellas gira en torno a la idealización de la persona amada y de la relación amorosa en sí. Una de las tesis es que ese amor no va a ser más hermoso en la realidad que en la imaginación. En este sentido, Haizeari begira puede recordar vagamente a Seda, de Alesandro Baricco.

Otra de las ideas con las que juega este libro -y que se expresa con cierta ironía- es la intelectualización del ocio, algo que comprobamos a través de estos dos hermanos, lectores impenitentes, cuya relación es también objeto de análisis: “Anaia eta biok ondo geunden bakarrik, bananduta geundenean, bakoitza bere argia ematen baitzion inguruari, kandela baten moduan. Elkartzen ginenean, kandelen moduan, argi gehiago ematen genuen, baina hurbilegi jarriz gero, kandelen moduan, elkarri igorritako beroa dela-eta, arinegi erretzen ginen”. Otro de los temas de esta historia surge del contraste entre la acción y la inacción, ambas posiciones con sus pros y sus contras, sin dejar de evidenciar que la simple contemplación de la vida resulta muy inoperante.

En resumen, estamos ante una novela de poca acción y está provista de un final que puede irse vislumbrando a medida que pasemos las páginas. Para mí, y a pesar de lo dicho, lo mejor de Haizeari begira es el ritmo, un ritmo medido que hace que esta lectura tenga un no-sé-qué hipnótico.

Txani Rodríguez

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