Entre magos anda el juego de Emanuel Bergman

Aquí tenemos al enésimo periodista que escribe una novela. Afortunadamente Bergman ha decidido no escribirla sobre temas actuales (lo decimos porque querámoslo o no todos estamos contaminados por la actualidad y los periodistas mucho mas, lo que es mala cosa para la ficción y no tanto para el ensayo) sino que retrocede en el tiempo para contarnos como hace cien años, en tiempos de la I Guerra Mundial, una mujer cuyo marido está en las trincheras conoce carnalmente a un vecino y como consecuencia nacerá el gran protagonista del libro, un tipo al que veremos crecer en el mundo de la magia y atravesar los tiempos turbulentos de aquella época en los que será alabado y perseguido, amado y odiado, superviviente al fin, tanto que, años más tarde, otro niño le buscará porque ha sabido que tiene un truco de magia para remendar los amores rotos y él quiere que sus padres, divorciados, vuelvan a retomar su relación. El mago ya está mayor, pero la magia le arrebata de nuevo, se siente importante, se lanza a la aventura y… se que están pensando que les estoy destripando el libro, pero no es verdad. De hecho, al estar contadas las historias en capítulos alternos, solo he mencionado la acción de los dos primeros, bueno un poco más, pero muy poco, en serio.

Tengo un problema con los libros así narrados. No siempre, o no en todas las historias, los cliffhangers continuados funcionan bien. Y cuando se trata la narración con esta cadencia el escritor entiende que tiene que conseguir que el lector abandone cada episodio en cada capítulo con dolor por verse interrumpido. Pero reconozco que Bergman lo hace razonablemente bien, que no fuerza la intriga, que no retuerce el misterio, que no agiganta el peligro. Y, hay que aceptarlo, el tío tiene su encanto como narrador. Sobre todo al principio, cuando nos pilla por sorpresa y cuando hay mucho que contar para ir situando al lector. Luego nos acostumbramos o quizá él se cansa, pero el nivel medio sigue siendo alto. No hay nada definitivamente nuevo en El truco (título que recuerda El truco final, que es como se conoce aquí la película de Jonathan Nolan titulada originalmente El prestigio según la novela homónima de Christopher Priest, y que también se desarrollaba en el mundo de la magia) pero si hay una sabia distribución de aventuras y reflexión, de momentos emocionantes y divertidos, de personajes de ayer y de hoy perfectamente situados en sus universos, de buenos y malos a machamartillo y los necesarios personajes ambiguos y hay, sobre todo, una escritura que espolea al lector, que le lleva y le maneja y le susurra y le grita.

En definitiva esta es una  novela que lees entusiasmado y rápido y luego te arrepientes porque querrías que te hubiera durado más. Pero El truco se queda en tu cabeza y ahí permanece e incluso crece. Es de esas novelas que te hace seguir a su autor en sus próximas aventuras literarias. Está claro, esto es solo el principio. Emanuel Bergman ha venido para quedarse.

Félix Linares

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