Comparando a Naomi Alderman con Margaret Atwood

Es bien sabido que una crítica negativa siempre es más estimulante que una positiva. Si bien no cumple con el precepto de hacer públicas las bondades de los libros que merecen ser recomendados, una crítica negativa libera lo que el crítico ha venido reservando en su interior de los muchos libros malos que ha tenido que tragarse para seleccionar los libros buenos que siempre son menos. Y así abordamos el comentario sobre The Power, libro que ha llegado a nosotros con firmes bases para ser uno de los títulos de la temporada. El factor principal de apoyo ante el posible comprador es el aplauso de Margaret Atwood que después del macroéxito de El cuento de la criada en su versión televisiva se ha convertido en la gurú de este tipo de productos distópicos.

En segundo lugar lo que anuncia esta novela es un futuro feminista en la que el mundo tal y como lo conocemos ha cambiado y las mujeres se han hecho con el poder, o algo parecido. Incluso tiene para el lector habitual de ciencia-ficción ciertos detalles familiares: utiliza la argucia de incluir una novela dentro de la novela con conversaciones entre la autora y el posible editor, a la manera de Norman Spinrad en El sueño de hierro, distribuye la acción en diferentes escenarios con distintos protagonistas que, inevitablemente, irán reuniéndose. Altera lentamente las circunstancias del universo donde los personajes habitan mostrando la evolución del mundo conocido hacia la catástrofe. Porque sí, al final el mundo, lo maneje quien lo maneje parece estar abocado a la ruina.

Muy bien, al meollo: el factor revolucionario que provoca el cambio parece sacado de un tebeo de superhéroes y se mezcla con elementos antropológicos heredados directamente de la serie iniciada con El clan del oso cavernario, que no son dos de las recomendaciones que me atrevería a hacer a un lector serio. Los personajes son estereotipos poco trabajados y las acciones por las que atraviesan están ya muy vistas. La narración es bastante convencional y bastante espesa, que tiende a la repetición y durante muchas páginas, allá a la altura de los dos tercios se estanca de manera peligrosa para la paciencia del lector.

No neguemos que The Power tiene sus momentos. Cuando se repiten las actitudes actuales en ese mundo futuro supuestamente en pleno cambio, cuando la autora se lanza a la ambigüedad e incluye alusiones sobre quien puede ser el autor definitivo de la novela. Pero no he podido evitar, quizá por puro prejuicio, detectar ese aroma a escritura nacida de talleres y de grupos de fans que lo mismo sirve para crear fenómenos como Crepúsculo o Cincuenta sombras de Grey como para alimentar algunas series televisivas repletas de tópicos.

Granta y el Sunday Times ya han saludado a Naomi Alderman como una de las grandes novelistas del futuro, y ella misma es ahora profesora de escritura creativa. El que a mí no me haya interesado su novela solo quiere decir que estoy desconectado de la actualidad y que el futuro me va a pillar con el pie cambiado y no volveré a disfrutar de libro alguno. Justo castigo a mi maldad por criticar negativamente a The Power, una novela que estaba llamada a reinar en las listas de libros más vendidos.

Félix Linares

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