Personas en la frontera, la visión de Eider Rodríguez

Bihotz handiegia es el nuevo libro de la que es, sin duda, una de las mejores cuentistas del panorama literario actual. La escritora de Errenteria ya había mostrado sus credenciales en libros como Haragia o Katu Jendea. En su regreso, nos ofrece seis relatos largos, entre la extranjeridad y la ternura, muy bien medidos. En el primero de ellos, una mujer, empujada por su hija, cuida de su ex marido, al que hacía veinte años que no veía, y que está a punto de morir; en el segundo relato, la protagonista, que admira la vida que llevan sus vecinos, descubre algo que alterará su punto de vista; el tercero transcurre durante una fiesta infantil que tendrá algo de revelación para los padres; la historia relatada en el  cuarto relato tiene una revisión ginecológica como desencadenante; el quinto (en el que se recrean muy bien los 90), nos lleva al infierno de la adolescencia, y el sexto, explora las relaciones madre-hija. Como se ve, todos los relatos están protagonizados por mujeres, y todos están situados entre Hendaia y Donostia, en zonas fronterizas, sobre las que reflexiona la autora: “Jende asko dago berriro hastera etortzen dena (…). Beste bizimodu bat, beste klima bat, beste ohitura batzuk, beste hizkuntza bat… Batzuetan ongi dago besteek esaten dutena ez ulertzea, ez duzu uste?

En Bihotz handiega, el cuerpo es además una frontera que delimita con la intimidad, con la debilidad, con la muerte o con el deseo, depende; y la importancia narrativa de ese elemento se muestra a veces de forma realista, como en el primer texto, o más simbólica, como en Paisaiak o Ez duzu ezer arraro antzematen (este último con un cierre magistral, por cierto). Además del ritmo, una de las cosas que más me ha gustado de este libro, que me ha gustado mucho en general, es la importancia que Rodríguez concede a los detalles. Una bombona de gas, un sujetador de encaje, una jaula de pájaros, una manera de fumar, pueden alterar el sentido último de unos relatos en los que la autora nunca incurre en la sobre-explicación; de hecho, a la manera de Cheever o Carver puede dar la sensación de que algún cuento no se cierra, aunque, en realidad, el cierre ilumine hacia atrás, por decirlo de alguna manera.

Los seres humanos que habitan Bihotz handiegia cuidan de sí mismos como pueden, y como pueden también cuidan de los demás y de otros seres vivos -aparecen muchos animales en esta historias-. Son personajes que caminan a golpe de revelaciones y de incógnitas, y que nos preguntarán por nosotros mismos tiempo después de haber cerrado el libro.

Txani Rodríguez

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