El tocho. Claroscuro, de Nella Larsen

Aquella era la última del delgado montón de cartas que componía el correo matinal de Irene Redfield. Después de las otras, corrientes y dirigidas con claridad, el sobre largo de fino papel italiano con su garabateado exótico y casi ilegible resultaba fuera de lugar. Tenía, además algo misterioso y hasta cierto punto furtivo; era un objeto sutil y artero, sin un remite que delatara al que la enviaba. Y no es que Irene no adivinara en el acto de quien se trataba. Unos dos años antes había recibido una carta muy parecida en su aspecto exterior, furtiva, y sin embargo, de una forma peculiar y deliberada, un poco ostentosa por su tinta morada y su papel extranjero de tamaño extraordinario”.

Así comienza Claroscuro de Nella Larsen. La escritora afroamericana que hoy descubrimos fue una de las más destacadas representantes del Renacimiento de Harlem, como se llamó al movimiento cultural que animó ese barrio neoyorkino de población mayoritariamente negra en los años 20 del pasado siglo. Durante esa década Larsen escribió sus dos mejores novelas, conoció a García Lorca de quien fue anfitriona entre la población negra de Nueva York, y recibió una beca Guggenheim que le permitió viajar por el sur de Europa. Por desgracia, su estrella se apagó en la década siguiente, cuando tras divorciarse de su marido, vio como rechazaban sus manuscritos, y hubo de trabajar como enfermera casi hasta el fin de sus días.

Claroscuro se editó en 1929, con gran éxito de crítica. Su título original en inglés, Passing, puede referirse, entre otras cosas, a pasar por lo que no se es, a ocultar la identidad. Ese es el tema principal de la novela, protagonizada por dos mujeres, amigas desde la infancia, con una leve porción de sangre negra, lo que les permite pasar por blancas en determinados contextos. Ambas vuelven a encontrarse por casualidad tras muchos años sin verse. Una de ellas, Irene Redfield, ha asumido su procedencia y se ha casado con un médico negro. La otra, Clare Kendry, ha traspasado la “barrera de color” y se ha casado con un empresario blanco y racista ocultándole sus orígenes étnicos; algo que era más habitual de lo que pensamos: se calculan cerca de cincuenta mil casos similares a mediados del siglo XX.

Sin embargo, lo que en un principio es un ácido relato sobre la ocultación de la identidad racial, en un entorno tan discriminatorio como el de los USA, acaba convirtiéndose en una historia de feroz rivalidad entre mujeres. La sutileza en el retrato psicológico de los dos personajes femeninos es admirable: Irene se muestra siempre prudente y sensata, ama la seguridad y es incapaz de emocionarse profundamente, al contrario que la impulsiva Clare, que siempre da rienda suelta a sus deseos y se convierte poco a poco en una amenaza insoportable para la tranquila vida de Irene. La tensión creciente entre ellas se resuelve de forma imprevisible, clausurando rotundamente una novela perturbadora, construida con gran atención a los detalles y soberbio pulso narrativo.

La zaragozana editorial Contraseña, con su habitual esmero, publicó en 2014, la primera traducción al castellano de Claroscuro de Nella Larsen.

Javier Aspiazu

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