Dani Martirena ha traÃdo a Cosimoren katiuskak al protagonista de El barón rampante, de Italo Calvino, y lo ha subido al árbol que ha dibujado Ana Ibáñez para recordarnos principios parecidos a los que aquel estrambótico Cosimo Piovasco defendÃa: la fidelidad a los propios principios.
El Cosimo de este relato con forma de álbum, es un niño que ha construido su casita en un árbol para, desde lo alto, contemplar su mundo circundante: a los enamorados con olor a naranja que se sientan en uno de los tres bancos del pequeño parque, a la mujer que lee un libro sentada en otro, al jardinero que aspira las hojas del otoño. En el tercero de los árboles por las noches duerme un hombre misterioso.
Mientras Cosimo crece, la ciudad es cada dÃa más amplia y el parque, más pequeño. Un dÃa llega una grúa con la misión de arrancar el árbol con la casita de Cosimo de raÃz, hasta que un dÃa instalan en el parque otro banco. Pero esta vez no es para sentarse, es para guardar el dinero y lo abarca todo. Cosimo se ve obligado a subir a lo más alto del árbol a pesar de tener vértigo. Ha crecido tanto en ese tiempo que ya las katiuskas le quedan pequeñas, pero no piensa abandonarlo hasta salvar el parque.
Con sorprendentes imágenes de la ilustradora pamplonica Ana Ibáñez, que a modo de collage invaden e iluminan el relato a toda página, el álbum ha obtenido recientemente el Premio Etxepare que convocan una veintena de ayuntamientos navarros, el patrocinio del Gobierno de Navarra y la editorial Pamiela, la encargada de editar anualmente el álbum premiado, y que en este caso ha recaÃdo en dos jóvenes creadores, que ha habÃan publicados anteriormente otras obras ilustradas para la infancia como Hankaz gora du amak mundua (2015) y Jonek Jone izan nahi du (2017).
Seve Calleja