El tocho. Los pensamientos de Nicolás de Chamfort

Casi todos los hombres son esclavos, conforme a la razón que daban los espartanos de la servidumbre de los persas: por no saber pronunciar la sílaba no. Saber pronunciar esta palabra y saber vivir solos son los dos únicos medios que tenemos de conservar la libertad y el carácter”.

Esta es una de las máximas que integran las Máximas y Pensamientos, de Nicolás de Chamfort. Recomendamos hoy a nuestros oyentes a uno de los grandes moralistas franceses del siglo XVIII, maestro del aforismo, quizá el que más influencia ha ejercido, junto a la Rochefoucauld, en el pensamiento de filósofos posteriores tan importantes como Schopenhauer o Nietzsche. Nacido en 1740, Sebastian-Roch Nicolàs, fue producto de la relación ilegítima de una dama de la nobleza; hubo de elegir el seudónimo de Chamfort para darse a conocer en el mundo literario, donde pronto comenzó a destacar; hombre atractivo y afortunado con las mujeres, en su juventud contrajo una enfermedad de transmisión sexual que le afectó el resto de su vida y le agrió el carácter; se entusiasmó con la Revolución Francesa a la que prestó su apoyo, pero pronto denunció los excesos del Terror. Detenido por las autoridades revolucionarias, intentó suicidarse en dos ocasiones sin conseguirlo, muriendo a consecuencia de las heridas meses después.

Estos retazos biográficos pueden explicar el punto de vista tan pesimista de Chamfort, su talante cínico ante el amor y los convencionalismos sociales, pero no lo que a mí me ha resultado más interesante: el apasionante viaje de autoconocimiento que suponen estas máximas, recopiladas y publicadas póstumamente, su capacidad para desvelar las contradicciones que el autor percibe en sí mismo y en los demás. Con ese fin, Chamfort destaca la condición miserable de los hombres “que les lleva a buscar en la sociedad consuelos de los males de la naturaleza y, en la naturaleza consuelos de los males de la sociedad -sin encontrar- alivio a sus penas ni en una ni en otra”.

Aunque está convencido de que la sociedad solo se puede soportar cuando se es joven y se está poseído por las pasiones, sabe que muy pocos se retirarán por completo de ella porque “la debilidad de carácter o la falta de ideas, en una palabra, todo lo que puede impedirnos vivir con nosotros mismos,… preservan a muchos de la misantropía”. Es un decidido partidario de la razón pero al mismo tiempo, sabe que, de no ser por los errores que nos inducen a cometer las pasiones “tendrían muchas ventajas sobre la fría razón que a nadie hace feliz. Las pasiones hacen vivir al hombre, la prudencia le permite solo durar”. Y tampoco se muestra Chamfort como un pensador  que desapruebe cualquier otra vida que no sea la  intelectual o reflexiva. Al contrario, a su juicio “la vida contemplativa es a menudo miserable. Hay que obrar más, pensar menos y no mirarse vivir”. Este maestro de la reflexión esencial puso en cuestión su propia imagen pesimista y acre cuando afirmó que “la jornada más desaprovechada de todas es aquella en que no hemos reído”, buena prueba de que nunca perdió el sentido del humor.

Ediciones in Puribus publicó en 2015 la versión más reciente en castellano de estas lúcidas y reveladoras Máximas y Pensamientos de Nicolás de Chamfort.

Javier Aspiazu

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