Esther Zorrozua, luchando con el ornitorrinco

Dos años después de Marcas de agua, novela en la que retrataba la desolación producida por la muerte de un hijo, la escritora, filóloga, doctora en literatura y profesora vizcaína Esther Zorrozua (Bilbao, 1955) publica, también en la editorial canaria Baile del Sol, la novela Vida secreta del ornitorrinco. Zorrozua, que colabora en periódicos y revistas, sacó al mercado entre 2004 y 2012 cuatro libros: La casa de la Galea, Bilbao, ciudad abierta, A contraluz y Fuga para un pianista.

Vida secreta del ornitorrinco narra el enfrentamiento entre dos personajes opuestos, uno que vive hacia fuera y otro que vive hacia dentro. Olaia es una joven universitaria que no admite intromisiones y que valora ante todo su libertad para decir y para hacer; Elías, es un bibliotecario maduro que parece haber nacido para censurar y preservar una moralidad rancia, aunque todos los demás se opongan. El enfrentamiento total entre ambos se produce cuando Elías niegue a Olaia el préstamo del Lolita de Nabokov porque “no es apropiado para tu edad”. Una guerra total, a pesar de que Elías se sienta atraído por Olaia y a pesar de los intentos por mediar de otros personajes, como el taxista Alfredo, tío de Olaia, y el enterrador Nemo, conocido desde la infancia de Elías.

La novela de lo que habla en el fondo es de la censura –uno de los mayores crímenes sociales de la Humanidad- y del totalitarismo y de esas nuevas/viejas pretensiones de los carcas de siempre de intentar imponer a la gente su visión del mundo, decirles lo que es correcto e incorrecto y sancionarles si no piensan y actúan como ellos. Como le dice en un momento Nemo a Elías: “la gente debe tener la opción de decidir por sí misma. No es responsabilidad tuya tutelarlos ni tratarlos como si fueran deficientes. El ser bibliotecario no te convierte en infalible ni en guía espiritual de ninguna clase”.

El elemento catalizador de este conflicto, como hemos dicho, es el Lolita de Nabokov, que sirve como ejemplo de censura en nuestros tiempos modernos y también como guía de una historia que parece repetirse, la del crápula, el ornitorrinco, que está perdidamente enamorado de la ninfa, la estudiante. La vida imitando al arte. Por cierto en la novela tiene mucha importancia el mundo educativo en el que, según la autora, hay todavía mucho censor. Un mundo educativo, que está repleto de gozosos descubrimientos, pero también de frustraciones, sobre todo en relación con los profesores, porque sigue habiendo buenos y malos, muy malos profesores.

Resaltaría dos aspectos más del libro, por un lado el punto de vista adoptado a la hora de contar la historia, porque son tres los personajes que la narran en primera persona alternativamente: Elías el bibliotecario, Olaia la estudiante y Alfredo el taxista. Aunque habría que preguntarse por qué no se ha elegido a Nemo el enterrador como narrador. Seguramente habría sido muy interesante por lo canalla y outsider del personaje. Y por otro lado está el final de la historia. Sin desvelar nada podemos adelantar que la escritora  le dice al lector algo así como: “piénsalo, participa activamente en la solución del misterio final, crea tu propio final”. ¿Desafío o cachondeo?

Esther Zorrozua está de nuevo en nuestras librerías con Vida secreta del ornitorrinco, seguramente una de sus novelas más actuales, sugerentes y redondas.

Enrique Martín

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