El futuro distópico vasco de Maite Darceles

Lorea es una joven estudiante que vive en un futuro cercano. Un día descubre, en unos viejos ordenadores que su padre tiene en un viejo almacén,  unos videos de unos jóvenes que dicen querer cambiar el mundo. “Etorkizun ilunik ez/Etorkizuna gurea da/Mundu berria hazten ari da/unetik unera”. Observa que en sus camisetas llevan escritas una palabra: TRIA. En casa, se excusa diciendo que tiene que hacer un  trabajo de arqueología, pero, en secreto, trata de reunir toda la información posible relacionada con esos videos. En un primer momento, le ayuda Ganix, su pareja, pero pronto veremos que Lorea no termina de sentir con él la complicidad que le gustaría. Sus investigaciones revelan que hay una mujer Helene Bidaire que parece estar o haber estado vinculada a ese grupo, y consigue localizarla. Aunque en un primer momento, no se muestra a hablar, poco después le contará a Lorea la historia de TRIA y de aquel anhelo revolucionario. En 2020, unas décadas atrás, las condiciones sociolabores y políticas se endurecieron y las diferencias entre ricos y pobres se subrayaron.  De ese descontento nació TRIA que en un primer momento funcionó como una pequeña comuna, pero que enseguida comenzó a crecer. Además, como explicará Helene, también llamada en el libro Mujer Y, el precio que había que pagar por pertenecer a aquella lucha pronto fue muy elevado.

Desde el comienzo del libro, notamos cierto descontento en Lorea y también curiosidad tanto por saber qué sucedió décadas atrás como qué sucede en su presente, en principio, bastante ideal, donde las personas parecen vivir con un alto grado de bienestar. Un elemento que ilustra bien el recelo de la joven es la publicidad que durante largos tramos de autopista impide que los viajeros sepan que hay detrás de las enormes pantallas anunciadoras en las que se convierten los cristales del terrabus, un medio de transporte público: “Errepidearen zati askotan kristal guztiak paintaila bihurtzen dira, haizetakoa ere bai, eta ezin da kanpoko ezer ere ikusi. Zer ote dago kristalaren bestaldean?”. La sociedad futura que describe Darceles está totalmente condicionada por las nuevas tecnologías y absolutamente vigilada. La población ha asimilado que las cámaras garantizan su seguridad, y han olvidado que también hacen que vivan en ciudades controladas.

La autora de Hondarribia ha creado una intriga futurista, una distopía, que engancha desde las primeras páginas; además, Darceles ha imaginado con tanto detalle ese futuro que el libro incluye un glosario con nuevos términos como Holopantaila, Worldpedia o Glasa. Bihotzean daramagun mundua engrosa la poco nutrida lista de libros de ciencia ficción escritos en euskera y se interpela por la necesidad de permanecer atentos, de nos arrellanarnos en un presunto confort. Una ópera prima sobre el futuro que habla, sin duda, de nuestro presente.

Txani Rodríguez

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