Que un libro lleva a otros libros es algo más que evidente, sobre todo cuando un autor o un tema nos reclaman. En este caso, fueron los 21 relatos contra el acoso escolar  (SM, 2008) de otros tantos autores y autoras del momento (Ana Alonso, Fernando MarÃas, Car Santos, Rosa Regás, Andreu MartÃn, Gustavo MartÃn Garzo…) los que  me alertaron de lo que podÃa estar sucediendo en mi propio centro escolar y los que me llevaron a encontrar novelas juveniles como estas que aquà traigo.
Tres relatos de diferente hechura que abordan el preocupante tema del acoso escolar y la invisibilidad de diferente frente al grupo. Historias a las que a veces supera la propia realidad si ponemos atención a los informativos. Lo que le ocurre a Niko cuando sus compañeros de clase lo maltratan y chantajean en ¡Dejadme en paz! (Alhambra) de la alemana Elisabeth Zoller , o a Alma, la Marioneta (Algar Joven) que dibuja la española Beatriz Berrocal, sometida fÃsica y sicológicamente por chicas y chicos semejantes a ella que la manejan a su antojo con bromas y humillaciones y agresiones fÃsicas, o la invisibilidad en que vive oculta bajo su sombra Jessica, a la que nos retrata el británico Andrew Norris en Jessicaren itzala (Desclée) no son más que tres muestras de la cruel epidemia que viene contagiando a tantos escolares, agrupados en torno al reto de hacer daño gratuitamente al diferente y al más débil del grupo.
Detengámonos en uno de ellos, en el que Luna DomÃnguez, una adolescente de 15 años, nos relata el calvario de su paso por el instituto, de la tortura que suponÃa sacar sobresaliente en FÃsica y Matemáticas, o ser torpe en Gimnasia, y advertir que quienes antes habÃan sido sus amigas se asociaban ahora con los más macarras de clase para hacerle la vida imposible ¿Por qué la habÃan tomado con ella?, ¿con ella y antes con Julio?, se pregunta la chica, ¿y por qué ni el profesorado, salvo honradas excepciones, ni el resto de sus compañeros de clase salÃan en su ayuda? Solo sus propios padres y la joven profesora sustituta Luzma serán capaces de acudir en su ayuda.
Relatada en primera persona, la novela es testimonio de la impotencia de una jovencita acobardada, pero finalmente dispuesta a hacer frente a las constantes agresiones de sus acosadores, lo que hace de su relato un feroz manifiesto que llega a los tribunales pasando por la opinión pública y que deja en el lector una buena ración de rabia contenida.
Seve Calleja