El notable debut literario de Miren Amuriza

Sabina es la protagonista de Basa la primera novela, dotada con la beca Igartza, de la bertsolari Miren Amuriza. Cuando la historia arranca, Sabina está en el hospital, convaleciente de una operación en la pierna, atendida por dos de sus hijos, pero pronto vuelve a su casa, al caserío de Altzerreka, situado relativamente cerca de Lekeitio. Allí, Sabina cuida de su cuñado Henry, que tras haber pasado muchos año en Norte América, regresa al que fue su hogar y el del marido de Sabina, ya fallecido. Henry está impedido, tiene una pierna y no sale de cama, y es Sabina quien lo cuida y se preocupa de él, a pesar del mar humor de su pariente. Ella es todo coraje, obstinación y orgullo, es alguien que no se va a doblegar como si fuera un animal manso, que no va admitir su deterioro, que necesita sentirse útil, que no va a aceptar ayuda. Y también es alguien con un fondo de bondad innegable.

Sabina tiene tres hijos: con la mayor, Ester, la relación se degradó al conocerse la homosexualidad de la joven, aunque la protagonista la llama con constancia sin obtener respuesta; Joseba, el pequeño, nunca tiene tiempo, al parecer, para cuidar de su madre; y es Karmele, madre separada, sobre la que recae esa responsabilidad. Superados por la situación, los hijos sugerirán a Sabina ingresar al tío en un geriátrico y el caso de que la madre ni quisiera separarse del tío, también a ella. La respuesta, por supuesto, es una colosal negativa; sin embargo, el tema no termina de zanjarse.

Amuriza ha escrito esta novela a base de escenas, apartándose de los monólogos interiores y las digresiones que suelen abundar en las óperas primas, con lo que su relato llega con mucha vivacidad; las situaciones se muestran, se nos explican, y el carácter terco de Sabina, por ejemplo, o el egoísmo de Joseba se ven a través de las acciones y de los diálogos.

En mi opinión, el mundo del campo, la dureza del caserío, donde los animales no son mascotas, donde muchos no tienen ni nombre y se sacrifican si es necesario, está bien plasmado; sin duda, Amuriza no suaviza la realidad. De hecho, hay una escena durísima, relacionada con Sabina, cuando era joven, que no voy a desvelar, pero que da la temperatura de una determinada forma de andar por el mundo, que sobrepasa lo práctico, lo indolente, para revelarse como cruel. Todo escrito con un euskera riquísimo y pegado al entorno rural, que es el entorno de la novela.

La autora ha escrito una novela sencilla, breve, pero muy certera; y aborda de frente el tema de la vejez y de los cuidados, y se interroga sobre hasta qué punto los más jóvenes podemos decidir cómo ha de ser la vida que lleven nuestros mayores. No es fácil, y el planteamiento de la novela, no obvia la complejidad de ciertas decisiones,  ni niega de forma facilona la oportunidad de las mismas. Hay mucha seriedad en la manera en la que se enfocan los temas, y mucha transmisión en Basa, una novela que intercala la acción principal narrada en tercera persona con unos textos breves en primera persona que funcionan como una especie de presagio; quizá ese pálpito se habría podido integrar en el texto troncal, pero, con todo, Basa, combina realismo y tensión, y ofrece una lectura que no nos deja indiferentes. Sobresaliente, en resumen, debut de Amuriza.

Txani Rodríguez

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