Las lecciones que no debemos olvidar de Guillermo Altares

Una lección olvidada, del periodista Guillermo Altares, es un libro que une el ensayo histórico, con la literatura de viajes y la crónica periodística para construir un recorrido a través de la historia de Europa. El relato arranca en la Cueva de Chauvet, en Francia, hace 36.000 años. Es difícil, como señala el autor, saber dónde empezó esta historia, pero se sabe que esa cueva es uno de los primeros lugares donde alguien intentó contar una historia: “Chavet no es solamente uno de los ejemplos más bellos del arte de las cavernas, sino que obligó a los estudiosos a plantearse una parte importante de su visión de la prehistoria” ya que la pinturas están realizadas mucho antes del momento en el que los estudiosos pensaban que el ser humano había adquirido la capacidad para realizar algo tan sofisticado. A partir de ese primer capítulo, muy interesante porque introduce temas tan actuales como la realidad virtual y el turismo de masas, ya que lo que podemos visitar en realidad es un réplica de la cueva, Altares nos conduce a través de los nudos de Europa: Grecia, Roma, el vacío posterior que dejó el imperio romano, las cruzadas, las heridas de las dos guerras mundiales, los flujos de personas, las tropelías, la intolerancia, el refinamiento,  la revolución de los claveles, la guerra civil… “Si hay algo que caracteriza a la Unión Europa son las fronteras que ya no existen, las huellas de guerras, conflictos, particiones étnicas que parecían irresolubles y que, sin embargo, ahora, resultan casi invisibles”, señala. A pesar de todo, podría extraerse la idea de que vamos a mejor discretamente, y que, aunque a veces no lo parezca, nuestra sociedad es menos violenta que las anteriores.

Como os imaginareis Una lección olvidada es un libro imposible de resumir, estamos ante de cerca de quinientas edificantes páginas, pero sí puede afirmarse que su lectura ayuda a que cimentemos el paso de un periodo a otra de la historia y también a adquirir cierta perspectiva histórica que nos invita a no incurrir en viejos errores y a extraer una conclusión “rotunda”, tal y como afirma el autor: “Europa es una inmensa mezcla, una tela trazada con millones de hilos que vienen de todos los lados.” Además de la obtención de ideas luminosas, la lectura de este ensayo resulta más que agradable porque Altares combina el rigor y la densidad con el relato, más personal, de algunos de sus viajes, con algunas prospecciones de futuro y con anécdotas muy divertidas. Una de ella se relata en un capítulo dedicado a Londres –uno de mis favoritos-. En esas páginas cuenta lo siguiente: el  221B de Baker Street no existía cuando Conan Doyle decidió dar un domicilio a Sherlok Holmes. Con el tiempo, se abrió un banco, y ese banco mantuvo a un empleado durante décadas dedicado en exclusiva contestar el correo que llegaba a nombre de Holmes.

Europa ha sido destruida tantas veces que resulta indestructible, y sobre todo, indivisible”, advierte Altares en el prólogo, una idea que a nosotros nos vale como epílogo y como entusiasta invitación a la lectura de este trabajo.

Txani Rodríguez

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