Y Franzen aparcó la literatura para intentar salvar el mundo

Cuando se repartieron y adjudicaron los diversos géneros literarios dentro de Pompas de Papel, a un servidor le cupo en suerte el ensayo. Pues miren por dónde, aunque muchos puedan ser escepticos aún hoy día, el ensayo es fuente no sólo de conocimiento sino también de inmenso placer. Así sucede con este libro del gran novelista americano Jonathan Franzen, donde el autor mezcla y combina maravillosamente su gran conocimiento ornitológico, con su gran preocupación por el medio ambiente y con su maestría literaria. Lo único que cabe reprocharle es que para el no aficionado puede resultar demasiado prolija la enumeración de tantas especies de aves, pero en conjunto, el caudal de conocimiento que nos aporta es fantástico.

Debemos subrayar también que Franzen mantiene, como se refleja aquí una postura muy nítida con respecto a la urgencia de tomar medidas para preservar la biodiversidad, incluso si ello puede entrar en colusión con las medidas tendentes a frenar el cambio climático. Y es que, de no ser así,  para cuando el planeta en el mejor de los casos,  frene su ascenso térmico, ya será tarde para decenas o cientos de miles de especies y la supervivencia incluso de la especie humana se verá seriamente comprometida.

A señalar y subrayar el ensayo que da nombre al libro donde bailan en maravillosa cadencia el relato del viaje a la Antártida y el de sus recuerdos del tío Walt, de cuya vitalidad, hace una tierna y conmovedora descripción. No son desdeñables otras partes  de la publicación donde se dedica a la crítica literaria, fotográfica, social, urbanística… con una mirada siempre inteligente. ¡Ah! y a destacar el ensayo sobre el ensayo que abre la obra. No tiene pérdida.

El fin del fin de la Tierra de Jonathan Franzen ha sido publicado por la editorial Salamandra.

 Jokin Aldazabal

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