El comictario. Nueva entrega del Astérix de Ferri y Conrad

Fieles a su cita cada dos años, Astérix y Obélix vuelven a la carga con un nuevo álbum, el número 38 de la serie y el cuarto firmado por Jean-Yves Ferri y Didier Conrad, sucesores de Goscinny y Uderzo, los “padres” de una de las series más importantes de la historia del cómic. La nueva entrega se titula La hija de Vercingétorix, y tiene como protagonista central a una adolescente rebelde llamada Adrenalina, la supuesta hija del famoso caudillo galo de la tribu de los arvernos que se alzó contra Roma pero tuvo que rendir sus armas ante Julio César en la batalla de Alesia. César quiere capturarla y “romanizarla“, para apagar así la llama de la rebelión, y los arvernos que la protegen le buscan un refugio temporal en la aldea gala que resiste ahora y siempre al invasor. Astérix, Obélix y el resto del pueblo asumen de buen grado la custodia de Adrenalina, pero la presencia de la joven, harta de que otros decidan por ella, va a remover los cimientos de ese apacible rincón de la Galia.

Ferri y Conrad siguen adelante con la difícil tarea de continuar las aventuras de Astérix, manteniendo por un lado las esencias de la serie e intentando por otro añadir novedades, algo cada vez  más difícil en estos tiempos de globalización, tecnología y evolución del pensamiento, de forma que la poción mágica puede ser vista como dopaje y la caza de jabalís como un acto contra el medio natural. Adrenalina representa la rebeldía adolescente, lleva en su cuello un collar similar a los cascos para escuchar música, viste de negro, revoluciona a los jóvenes de la aldea, solo piensa en escapar y vivir su propia vida y vuelve locos a sus cuidadores, Astérix y Obélix. Además, hay un espía malvado, un apuesto capitán de barco, los romanos siguen recibiendo palizas, los piratas ven su nave hundirse una vez más, y entre su tripulación encontramos un homenaje al difunto Charles Aznavour, con la pega de que en la traducción al castellano le hacen cantar canciones de Raphael.

Goscinny y Uderzo supieron combinar pasado y presente con maestría y atacaron sin piedad el ridículo chauvinismo francés. Su galería de secundarios ha pasado a la historia del cómic y las pequeñas tramas que rodeaban a la principal convertían la lectura en un auténtico placer. Ferri y Conrad intentan seguir la línea marcada por sus antecesores y lo consiguen sobre todo en el aspecto gráfico, que se mantiene inalterable, pero el guión no alcanza los niveles excelsos de antaño. Eso no impide, sin embargo, que La hija de Vercingétorix sea un agradable entretenimiento y que los millones de fans de Astérix lo leamos y lo guardemos con cariño a la espera del siguiente álbum. No os lo perdáis.

Iñaki Calvo

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