Desengañémonos, la ciencia no lo resuelve todo

Cada uno medimos el mundo según nuestras propias medidas, ¿verdad? Pues debo decirles que a mí esta obra no se me hace nada fácil.  Uno no está seguro de lo que realmente defiende el autor: ¿A quién ataca, a quién defiende, nos engaña? ¿Qué pasa? De todos modos, merece la pena tomarse tiempo e interés en este tema. Y es que estábamos contentos de habernos quitado de encima el lastre de la religión. Y deseando que otras religiones también lo hagan. Pero ahora que estábamos tan contentos con nuestra fe en la ciencia, resulta que ésta también tiene sus sesgos sospechosos y hasta peligrosos.

Es verdad que hoy en día es la ciencia la única vía aparente para resolver nuestros problemas sociales, económicos y medioambientales, campos donde los políticos no despiertan demasiadas esperanzas.  Pero también es verdad que en lo socioeconómico, la ciencia no ha hecho grandes aportaciones hacia el igualitarismo y muchas veces se ha alineado con el capital. Uno que ya ha cumplido unos años y siente que de alguna manera, deberíamos ponernos en manos de una tecnocracia científica -creo que algo así proponía el filósofo Slavoj Zizek– alberga ya cierta desconfianza hasta para con aquello en lo que cree sinceramente.

Hace 40 años se nos prometía la sociedad del ocio, ¿recuerdan? ¿Dónde está? En cambio se trabaja igual o más y las desigualdades crecen sin parar amparados por el capitalismo de cuño digital. No parece que haya alternativa, como pregonó Margaret Thatcher. Por tanto, consideremos durante un momento la desconfianza que nos explica Curtis White. La ciencia no lo puede todo, las humanidades deben completar nuestra visión del mundo. Les recomiendo empiecen a leer por el Epílogo. Se aclararán bastante más.

El delirio de la ciencia  de  Curtis White  está publicado por Ediciones La Llave.

Jokin Aldazabal

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