El comictario. Las balas perdidas de David Lapham

No diga lectura adictiva, diga Balas perdidas. No encuentro mejor forma de describir la serie de género negro más importante de la historia del cómic contemporáneo. El estadounidense David Lapham, con el apoyo de su mujer María, creó en 1995 su propia editorial, El Capitán, y así empezó a publicar su obra maestra, Balas perdidas, un arrollador torrente de tensión y violencia, de personas llevadas al límite y con una icónica protagonista llamada Virginia Applejack. David Lapham escoge con perversa habilidad lo peor del Sueño Americano, añade pólvora, armas blancas, droga, secretos ocultos, miedo, sudor, sangre y lágrimas y el resultado es un cóctel explosivo que te hace temblar las manos mientras lo lees, totalmente enganchado y deseando saber qué es lo que pasa en la siguiente página.

Un año después de su arranque, en 1996, David Lapham se llevó un Premio Eisner al mejor guionista y dibujante, en años posteriores tuvo otras cinco nominaciones y, cosas del mercado, el éxito de crítica siguió en lo más alto pero las ventas de Balas perdidas fueron bajando. David Lapham interrumpió la serie en el año 2005 y se dedicó a trabajos más lucrativos pero mucho menos brillantes para las dos grandes editoriales estadounidenses, Marvel y DC. Sin embargo, las balas perdidas seguían silbando en el imaginario colectivo y en la mente del matrimonio Lapham, y en el año 2014 un acuerdo con el sello Image permitió retomar la publicación de la serie.

Decía al principio que Balas perdidas es un cómic que crea adicción, y sus seguidores hemos sufrido el “mono” durante una década. Y ahora, en poco más de un año, nos hemos pegado una auténtica sobredosis con dos fabulosos tomos que recopilan la nueva etapa de esta serie mítica. Uno se titula Hazañas y travesuras, y el otro Asesinos. Y asombrosa y felizmente, nada ha cambiado, porque David Lapham mantiene a todos sus personajes al filo de la navaja. Nuestra querida Virginia Applejack, dura como el acero tras una terrible adolescencia fuera de casa, vuelve a Baltimore, a un hogar que es todo menos dulce. Y vuelve también al instituto, escenario de una cruel guerra entre bandas que no saben bien quién es la nueva alumna. En el segundo tomo, Virginia se marcha a vivir una temporada con su tía Jane, y conoce a un chico llamado Eli, y se enamora y, por supuesto, todo se va complicando más y más hasta la correspondiente explosión de sangre y violencia.

Todo narrado de forma magistral por un David Lapham en permanente estado de gracia. De hecho, no hay otra serie que haya aguantado mejor el paso de los últimos 25 años. Balas perdidas es un clásico moderno, un cómic legendario, publicado en castellano por Ediciones la Cúpula. No os lo perdáis.

Iñaki Calvo

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