Niklas Natt Och Dag, la sorpresa danesa

En 1793 Estocolmo era un lugar sucio y miserable, muy frio en invierno, y seguramente también en verano, para esa gente que tenía que sobrevivir en condiciones muy precarias, siempre al borde del delito, siempre a punto de ser golpeado por la autoridad, condenada con cualquier motivo y castigada muy por encima de sus merecimientos. La situación política era inestable, los ecos de la revolución francesa llegaban cada vez más intensamente a sus salones, el rey había muerto asesinado, sus descendientes se peleaban por conseguir el poder. Y en medio de este tumulto aparece un cadáver flotando en el mar. Pasaba por allí un ex soldado, colaborador de la policía, en un momento muy bajo de su existencia, borracho casi siempre, alojado en lugares insalubres, relacionado con lo más bajo de la sociedad. Se hace con el cuerpo y, ya que estaba, le encargan que investigue de quién es ese cadáver y por qué le han hecho lo que muestra el cuerpo. Nuestro héroe, reticente en principio, pronto se encontrará con otro investigador, un erudito, un estudioso, un tipo que se fija en las cosas.

Ya tenemos a nuestra pareja Holmes/Watson, con sus peculiaridades, no tan marcadas como en los originales, pero claramente identificables. Se pasan las cien primeras páginas bordeando el misterio, mientras nos muestran sus peculiaridades: uno está enfermo de tuberculosis y de hecho le han augurado una muerte próxima, el otro perdió el brazo en la guerra, pero se las arregla para defenderse; el primero ha abandonado a su mujer con una curiosa disculpa, el segundo bebe para olvidar algo horrible. De repente la narración se interrumpe y retrocede tres meses. Y se nos presenta a otro personaje que va mandando, o por lo menos escribiendo, cartas a su hermana, contándole una historia terrible de miseria y mutilación, la novela deja de ser una historia de investigación para entrar casi en el terreno del terror. Y tras otra buena tanda de páginas la tercera parte nos hace retroceder otros tres meses, ya hace menos frio, para contarnos otra historia que entra directamente en el melodrama con mucho sufrimiento para su joven protagonista. Y un final que nos lleva a la continuación de la primera parte, es decir la continuación de la historia de la investigación.

Bueno, en principio tenemos una estructura interesante que nos permite una narración diferente, mientras los cabos se van anudando y los apuntes encajando. Y luego se acaba. Y aunque la intriga se cierra ya nos han dicho que este 1793 tendrá una continuación, en la misma narración se apunta, y otra más hasta conformar en principio una trilogía que según el éxito, suponemos, podría convertirse en serie. Parece que el éxito acompaña, el autor, quien se esconda tras ese seudónimo porque el apellido que muestra dice en sueco Noche y Día, se manifiesta satisfecho y seguro que ya tiene escrito 1794 que es como, en un arranque de escasa imaginación, se titulará la segunda parte. El escritor consigue trasmitir muy bien la desolación que produce las vidas de estos personajes, sus condiciones de supervivencia, el despotismo de los poderosos, los chanchullos de los corruptos, las actividades de sociedades secretas, el crimen triunfante.

Las historias no son las mejores, de hecho ya hemos leído algunas semejantes, pero cumplen muy bien con su misión de inquietar al lector y los hechos encajan correctamente de manera convincente, aunque quizá de forma muy novelesca al final, y la escritura es elevada, o al menos apropiada a esas voces altisonantes que parecen hablarnos desde el pasado aunque hayan sido pronunciadas hoy mismo. Natt Och Dag parece saber de lo que habla, así que esperaremos con interés la continuación de la serie para confirmar, o eso es lo esperable, que estamos ante un escritor valioso empeñado en tener una voz propia. De entrada 1793 (Salamandra) es una buena muestra de su talento. Vigilaremos.

Félix Linares

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