La hija que nunca tuve sostiene de igual manera
La cucharilla y el lápiz,
Y se alimenta a la vez que pinta ciervos verdes
Mientras almuerza con la alegrÃa
De aquel a quien aún no han sacado la tierra de sus ojeras.
La hija que nunca tuve se cuela en mi cama cada anochecer,
Me da las buenas noches y me besa en la mejilla.
Cuando se cerciora de que estoy dormido,
Se encierra en su habitación
Y convoca a todas aquellas muñecas que nunca tuvo.
Y también llama a los aviones
Que ahora podrÃa contar uno por uno.
Yo llamo en sueños a los ojos de la lluvia
Y a dÃas templados de marzo.
Cuando despierto,
La hija que nunca tuve ya se ha marchado
Hacia escuelas convertidas en ceniza
Que ella lleva al hombro sin saberlo,
Mezcladas con libros de aritmética en la mochila
Que nunca pude obsequiarle.
Y mientras Boris Vian registra los armarios
Buscando algo de beber,
Yo permanezco absorto en esta estancia
Con el inútil consuelo de no haber existido nunca.
Este es un poema de Harkaitz Cano titulado Ninguna plegaria atendida que puede encontrar en el libro Gente que trabaja en los tejados. Este es un poemario que recoge una selección de la obra poética del escritor. Ha sido publicado por la Fundación Ortega Muñoz, y es una edición bilingüe preparada por Francisco Javier Irazoki. Las traducciones son del propio autor.
Goizalde Landabaso