Las recuerdos verdaderos y cercanos de Rafael Reig

Al final, debe ser un compromiso eso de escribir autoficción, porque es complicado decidir que dosis de realidad debe incluirse para que sea verosímil la mezcla. Un combinado puede fracasar a nada que te pases con el licor o con el agua con elementos. Así que tened en cuenta un poco más este género y dejad de despreciarlo. Esto, en realidad me lo digo a mí mismo que tiendo a considerar trabajos menores lo que nos cuentan los autores de su propia experiencia. Rafael Reig nos habla de su familia, el punto principal de esta fase está en la muerte de los padres en un incendio, y de su generación, compuesta por tipos que soñaban con ser escritores y de la que solo él y Antonio Orejudo y Javier Azpeitia han conseguido dedicarse a esto, pero con mucha menor proyección que los de la generación anterior: Javier Marías, Bernardo Atxaga, Enrique Vila-Matas, Roberto Bolaño y así.

Así que en Amor intempestivo hay dolor y frustración. Y quizá por eso se empeña Rafa en contarnos lo mucho que ligaba y como se divertía en tiempos de la movida y como viajaba y se quedaba en Estados Unidos en cualquier universidad que lo aguantara. Creo que exagera, sobre todo en el sexo, pero oye, que quizá juzgo las cosas desde mi punto de vista. Y yo soy anterior a la generación anterior a él y a sus amigos.

Ya que hemos hablado de las dificultades de escribir autoficción, veamos cuales son las cosas buenas: puedes dibujar un buen retrato de ti mismo, con algunos detallitos oscuros para parecer interesante, pero salvarte en lo imprescindible; puedes evitarte la estructura previa y ponerte a escribir con saltos en el tiempo y giros aparentemente absurdos y justificados con cualquier disculpa, porque ya se sabe que recordamos a ráfagas y con tal de que quede graciosillo todo vale; puedes cargar sobre las espaldas de tus amigos las anécdotas más chisposas para que se rían contigo, pero también puedes hacerles alguna faena y dejarles decir inconveniencias. Acaso no lo hacen ellos también, eh, Orejudo. Es decir que eres un escritor libre y razonablemente feliz aunque en medio hayas hablado de tus padres muertos, tus hermanos razonablemente cercanos, tus amigos siempre dispuestos a ayudarte, la gente idiota con la que te has cruzado y las mujeres que fueron hospitalarias contigo.

Y el lector encantado. Lo digo en serio, me ha gustado Amor intempestivo desde el título con esa palabra ya en desuso que me ha atacado desde el pasado. Y, por otra parte, hemos visto a un Rafael Reig más cercano, mas implicado que en sus otros libros, aunque todos tengan cosas personales en el texto, donde el autor se muestra más circunspecto, más distante, más cínico. No sé, alguien debería pensar en hacer una película. Rafael Reig lleva tiempo demandando en sus escritos la aparición de un productor que pase a imágenes sus historias y reflexiones. Mientras ese momento llega les dejamos con este libro, otro más en la columna de la vida del amigo Reig, construida poco a poco y con gran entusiasmo. Que siga.

Félix Linares

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