Jean Stein y la vida oculta de Hollywood

Este libro lleva el subtítulo de En un lugar de Estados Unidos. Y aunque en el título no queda claro la fotografía de la portada nos sitúa en Hollywood, ese lugar del que quiere hablar la autora. Por cierto, no confundir este Al oeste del Edén con aquel Al oeste del Edén que escribió Harry Harrison hace cuarenta años y que iniciaba una trilogía sobre lagartos evolucionados. Aquel era un libro de ficción, y este es un trabajo periodístico de altura donde se recogen declaraciones sobre algunos de los nombres más importantes de Hollywood.

Sonarán, y mucho, el de Jack Warner, uno de los productores más poderosos de su época y el de Jennifer Jones, actriz famosa y esposa de David Selznick, otro de los tiburones de la producción de cine, pero también aparecen los Doheny, cuyo patriarca hizo su fortuna con el petróleo, pero decidió invertir en el celuloide. Por cierto que este hombre también tiene su aportación a la ficción ya que en él se basa el personaje de Petróleo, novela de Upton Sinclair, llevada al cine por Paul Thomas Anderson en la película Pozos de ambición. Igualmente se retrata a Jane Garland, que no tiene nada que ver con la protagonista de El mago de Oz, y poco con el cine ya que apareció en papeles secundarios en algunas películas, pero tiene una historia de locura, en gran parte creada por el ambiente, muy interesante. Y, finalmente, la autora se inmiscuye en las cosas de su familia, que no queda precisamente bien.

Pero ya digo Warner es la estrella. Y Jennifer Jones queda como un alma caprichosa y atormentada que nunca supo salir del mundo de fantasía que representaban sus personajes del cine. Lo más importante de este libro es su estructura. Está compuesto exclusivamente por fragmentos de entrevistas, en concreto respuestas de entrevistados ante los micrófonos de Jean Stein. No hay preguntas, no hay narración. Y así, claro, resulta muy difícil aclarar algunas cosas. Tenemos que intuir el contexto, inventar las preguntas. Es pues interesante, pero incompleto. Y, a veces, nos quedamos con las ganas de que sigan algunos fragmentos, pero se quedan ahí. Y luego hay momentos divertidos, por ejemplo, cuando un familiar dice que le gusta, a él y al resto de la familia, el retrato que hacen los hermanos Coen de su pariente en Barton Fink, descubrimos que no han entendido nada.

Quiero decir, la versión que tenemos aquí es sesgada. Y hace falta la palabra del periodista para corregir la deriva de algunas opiniones, todas mediatizadas por la situación del individuo en el grupo social. A Larry Niven, por ejemplo, no le importa nada, así que se despacha a gusto, otros sin embargo están claramente influidos por el miedo a la opinión, y sus consecuencias, de los retratados. No obstante es un libro muy interesante porque nos habla de hechos razonablemente desconocidos, aunque a mí particularmente me hubiera gustado saber más de las andanzas mercantiles del señor Doheny, un autentico depredador, que los detalles sobre la casa en la que vivía.

No es ésta una visión idílica, desnuda la vida de glamur y lujo, pero no es un libro tan cruel como Hollywood Babilonia o Servicio completo. Ni tan cinéfilo como Moteros tranquilos, toros salvajes y Sexo, mentiras y Hollywood. Es bueno, pero podría haberlo sido mucho más viniendo de alguien que vivía en el corazón de aquel lugar apasionante.

Félix Linares

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *