Fernanda Trías y la desubicación vital

Fernanda Trías, con su novela La azotea, fue la autora encargada de inaugurar el catálogo de la interesantísima editorial Tránsito. Ahora, dos años después, el sello publica No soñarás flores, el nuevo libro -una colección de relatos- de la autora uruguaya, nacida en Montevideo en 1976. Trías, que actualmente trabaja como docente en la Universidad de los Andes, ha vivido en ciudades como Berlín, Buenos Aires, Nueva York, Valparaíso, Madrid y Bogotá, y esa mundanidad se advierte en los relatos que conforman No soñarás flores, ubicados en distintas ciudades de Europa y de América. Protagonizados, en su mayor parte, por mujeres, el libro encuentra su impulso literario en la desubicación y en la errática manera de ir hacia adelante que tienen las personas que no encuentran su lugar. No soñarás flores procura una escena a personajes que parecen haber quedado fuera, precisamente, de la escena.

La protagonista del primer cuento, el metaliterario Anatomía de un cuento asiste a la boda de una pareja con la que formó un trío amoroso y convivencial. En Último verano dos amigas viajan al pequeño pueblo francés donde una de ellas tiene una casa familiar. Se trata de un cuento en el que late una vaga amenaza y una corriente subterránea turbia: “Así habíamos logrado mantener la amistad a través de los años: Enma convencida de que yo era incapaz de cualquier sentimiento negativo, yo continuamente aterrada de que ella descubriera la gran farsa de mi bondad”. Una relación aún más tóxica es la que mantiene la protagonista de La medida de mi amor con su pareja; en Inzúa la voz narrativa es la de un sepulturero que ha de digerir las muertes de sus seres queridos y la cercanía constante con la muerte: “Casi todas las tumbas antiguas tienen un reloj de arena grabado en la piedra –leemos-. Yo estoy tranquilo con la muerte, pero si pudiéramos echarle agua a ese reloj de arena para que no pasara y quedara estacionado, sería fabuloso, ¿no? Sería fabuloso”. Sobre la imposibilidad de detener la muerte saben bastante los personajes del último cuento, el que da título al libro, también perdidos, desubicados.

No soñarás flores está recorrido por un tremor impreciso, y sus personajes recuerdan a veces a los gatos (por cierto, aparecen varios gatos en estas páginas), con sus recelos y sus silencios. Tienen miedo de algo o aún no se han sacudido el susto del cuerpo. Sombras como el suicidio, o la idea de la muerte del padre transitan por este libro que, a pesar de estar ambientado en el epicentro de la vida y protagonizado por personajes que tienen mucha vida por delante, transmite perfectamente la sensación que todos hemos experimentado de sentir miedo y desconcierto aunque no sepamos muy bien por qué.  Es esta, por tanto, una lectura recomendable e intensa.

Txani Rodríguez

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