Sandro Veronesi y esas vidas que se mueven veloces

Conocemos muy poco de la obra del escritor italiano Sandro Veronesi. Desde 1984 ha publicado quince novelas y en castellano solo se han editado tres: Caos calmo, que ganó en premio Strega hace doce años, Profecía, que por alguna virtud desconocida reclamó la atención de los editores de Anagrama y ahora El colibrí que ha vuelto a hacerse con el premio Strega. Como si este premio significara algo fuera de Italia. Suponemos que no es así porque Veronesi es una gloria local y poco más. Y, curiosamente, tiene su escritura virtudes superiores a las de otros libros que encuentran paso franco hasta las estanterías de nuestras librerías. Veronesi es ameno, divertido, superficialmente profundo, valga la aparente contradicción, juega con las formas literarias, sabe dar emoción a las circunstancias por las que atraviesan sus personajes y se pone un poco moñas cuando corresponde, pero advirtiendo que no le gusta, o algo así.

El colibrí es el protagonista de esta novela, a quien su madre impuso ese alias por considerar que un chaval bajito y nervioso se correspondía bien con la figura de este pájaro. Resulta que mediante tratamientos varios la criatura alcanza una altura convencional, aunque siga moviéndose bastante. Pero lo importante es que a este hombre le pasan cosas. Sus padres se constituyen en una fuente de problemas, su hermana tuvo un destino terrible, su hermano está muy alejado de él, aunque nuestro colibrí le envía constantemente cartas de reconciliación, su hija entra en la zona oscura y él tiene que hacerse cargo de su nieta. Todo eso no al mismo tiempo, sino extendido en el tiempo, que esta novela ocupa muchos años. Y, además, el psicólogo de su mujer le llama un día y le dice que su mujer tiene un rollo con un antiguo amante. ¿Por qué un profesional rompe su código profesional de esta manera? Bueno, las explicaciones están en el texto. Pero estas conversaciones le permiten al autor hacer algunos fragmentos completamente dialogados, una de las formas que la novela va adoptando a lo largo de sus páginas. Luego hay monólogos, cartas, narraciones varias que hacen que la novela sea variadita. Después del catálogo de desgracias que afligen a nuestro hombre será una sorpresa que les diga que la novela es muy divertida, al menos en el principio. Luego el dramatismo se irá imponiendo hasta llegar al agobio y a la apoteosis final. Y como en el mismo texto se menciona la película Las invasiones bárbaras, ahí dejo la referencia para los conocedores, sin destripar nada a los demás.

Está bien Veronesi, se lee fácil su literatura, tienen interés los hechos que se cuentan y los personajes están bien trazados. Eso sí, estamos en el terreno de lo conocido. No hay aquí nada original, todo lo hemos visto y leído anteriormente, y demasiadas veces me temo. El colibrí no nos va a cambiar la vida, ni siquiera nos va a enseñar nada. Pero nos va a dar unas horas de lectura entretenida, que es bastante en estos tiempos en que el nivel de los escritos en general, y de los best sellers en particular, han caído a extremos mínimos. Incluso puede que nos desate una sonrisa, y si estamos en un momento de bajón puede que nos emocionemos con las cosas que pasan en este libro. Y, ya puestos, hasta podemos apreciar la estructura, las variaciones narrativas y los fuegos de artificio de los que hace gala Sandro Veronesi. El colibrí se titula. Téngalo en cuenta.

Félix Linares 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *