Es su estreno ante el público. Nunca antes se había dirigido a una audiencia tan nutrida. Lleva días ensayando en silencio, ante el espejo, vigilando la dicción, las pausas dramáticas, la respiración, la distancia adecuada al micrófono. Mientras sube las escaleras va notando como un fastidioso sudorcillo frio aflora en su piel. La suerte está echada. Tratando de disimular los nervios proyecta su voz con cierto exceso de volumen: “Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses…”.
Roberto Moso