Aquellos dos desconocidos, llegados de remotos confines se comunicaron durante horas con gran profundidad. No se conocÃan de nada pero de la forma más natural, iniciaron un intercambio de experiencias intenso y placentero, aunque con momentos también para el dolor y la melancolÃa. No tenÃan ningún idioma en común, y sin embargo los dos quedaron marcados para siempre por aquella conversación inolvidable entre saxo y baterÃa.
Roberto Moso