El mundo líquido de Nerea Arrien

Tras Hirutter, que fue su estreno en la narrativa para adultos, y después de publicar títulos de literatura infantil como Atrapa Eguna, Eskola hodeian o Etxegabetuak, la escritora lekeitiarra Nerea Arrien, regresa con Jende Likidoa. Se trata de un volumen de relatos protagonizados por personajes conectados entre sí, en los que el concepto de lo líquido, tanto literal como metafóricamente y también sociológicamente, cobra protagonismo. Una escritora que quiere escribir sobre una mujer de la limpieza que termina escribiendo sobre la escritora, un arquitecto aficionado al surf, un buzo, una pescadera, un empleado de un acuario son, entre otros, los protagonistas de unas vidas en las que, efectivamente, falta solidez. Los personajes, que parecen haber levado el ancla y navegar a la deriva, buscan en el sexo, en el trabajo, en distintas relaciones algún tipo de huida, algún tipo de consuelo o de asidero. Todos se entrecruzan:Nahiz eta ohiko parajeetan ez zituen lagunik ikusten. Ezta ezagunik ere ez. Bai, ordea, egunerokoak: bebarruak garbitzen zituen idazle hura, bebarrua zikintzen zuen bestea, arkitekto tatuatua, itsas hondoan plantxak ote zeuden galdetzera hurbildu zitzaion diseñatzailea… desagertzear zegoen Groseko biziklase hura: erdi maila likidoa”.

Todos los relatos transcurren en nuestro tiempo y están ambientados en Donostia. Cada una de las doce historias está precedida por un breve texto, de estilo más lírico que los relatos, que recorre distintos estados del agua: la condensación, la evaporación, la sublimación, así como otros conceptos igualmente acuáticos como las inundaciones o la navegación. “Maitasuna likidoa bada, politika likidoa bada, teknologia likidoa bada… nola ez da literatura izango?”, se pregunta la protagonista del primer relato, estableciendo así la premisa sobre la que se sostiene el libro. Los personajes, que podrían ser felices, que si no tienen todo sí tienen mucho, no resultan envidiables por la carga de frustración  y vacuidad que entraña un estilo de vida que, más o menos, todos conocemos, y en los que a veces, podemos reparar, como la niña del relato Zilar arraina, en la belleza de las cosas cotidianas, comunes, como pueda ser el brillo plateado de un chicharro.

Arrien demuestra una gran capacidad para idear tramas, pero, sobre todo, para profundizar en los personajes, en sus secretos y en sus partes oscuras.  También es destacable la capacidad de la autora para adaptar el registro de su prosa a la temperatura de las distintas historias. Con Jende likidoa nos reencontramos, pues, con la mirada y la voz de una escritora que, a buen seguro, seguirá proponiéndonos lecturas que nos pongan frente al espejo.

Txani Rodríguez

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