Toti Martínez de Lezea y su casa de cuento

La entrevista a Toti Martínez de Lezea fue una de las más agradables. Tal y como lo escribí en el propio artículo, me sorprendió que ella misma me contestara el teléfono y enseguida se prestara a la entrevista. Cuando le comenté que me acercaría hasta Larrabetzu, donde ella vive, para hacerla, me invitó a su casa. Fue gracioso cómo me explicó cuál era: “Es como la casa de Hansel y Grettel, pero en vez de golosinas tiene plantas”. Y realmente es inconfundible. Me encantó la casa. Después de haber escrito sobre ella mucha gente me preguntó si no tenía fotos. Lo siento, no tengo, sólo las que veis aquí. Le pregunté a Toti qué le parecía si la mostrábamos en un vídeo, pero no le apetecía. Una pena.

El jardín de Toti Martínez de Lezea

El jardín de Toti Martínez de Lezea

Por fuera se ve una fachada pequeñita con una puertita y una buganvilla. Por dentro, nada más entrar nos encontramos de frente con un gran espacio lleno de libros, artesanía y objetos originales de todo tipo, desde la cabeza de goma-espuma de un león hasta una colección de figuras de mujeres de barro esmaltado realizadas por la madre de Toti. A la derecha está la cocina, separada de la sala por un fuego de leña. A la izquierda, el cuarto donde Toti trabaja, lleno de libros.

La sala tiene dos alturas. La zona de la izquierda baja un par de peldaños y allí está colocado el sofá. En el extremo de la estancia se encuentra la salida al jardín y, junto a ella, unas escaleras llevan a las habitaciones.

Nada más salir al jardín , hay un porche con un balancín y una gran placa que reza “Itxaropena Plaza”. Y es que Toti se llama Esperanza, en euskera, Itxaropena. Un enorme muro de bambú separa el porche del jardín que sería la envidia de cualquier amante de las plantas. Cayendo en el tópico, he de decir que la vegetación es exuberante. En algunas zonas, la “selva” ha sido cortada y sustituida por plantas de todo tipo. Un espacio está reservado como huerta y en ella, el marido de Toti trabaja junto a un amigo biólogo para sacar todo el partido a las verduras que cultivan de forma ecológicas. También ha elaborado una compostera y hacen su propio compost.

Toti Martínez de Lezea en la entrada a su jardín

Toti Martínez de Lezea en la entrada a su jardín

Toti me habló de su madre nonagenaria, que en su juventud fue campeona de natación e incluso se mostró una foto de sus padres, de jóvenes, corriendo en bañador por la playa de Barcelona, a donde se habían trasladado para una competición. Después de oir a Toti y de ver los esmaltes realizados por su madre, no me cabe duda de que es una mujer excepcional.

También el marido de Toti me pareció poco convencional. Ingeniero retirado, luce una larga barba gris y dedica las horas a trabajar en el jardín. Se mostró encantado de hablar de sus plantas y me dio la impresión de que está habituado a ver a desconocidos en su casa. Me resultó un hombre muy cercano.

Mientras hacía la entrevista, sonó en Skype en el ordenador de Toti. Era su hija que llamaba desde China. Le dijo que estaba en una entrevista y quedaron en hablar más tarde. Me explicó que, aunque su hija, yerno y nieta viven en Beijing, hablan todos los días gracias al Skype. Me enseñó un álbum de fotos que había hecho con fotos de su nieta, a la que “conozco” porque es la protagonista de los libros infantiles de la serie Nur. Realmente el ilustrador clava los personajes.

Antes de marcharme, Toti me regaló dos libros suyos y me los dedicó. También me invitó a volver cuando quisiera, con mi familia. Estoy segura de que tiene que ser muy interesante pasar un día con ellos.

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