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Mariló Montero y Carlos Herrera, cada uno por su lado

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Los periodistas Carlos Herrera y Mariló Montero han decidido separarse tras veinte años de matrimonio, según han informado la agencia EFE. La noticia ha pillado de sorpresa a todo el mundo, ya que no había rumores de que hubiera crisis en la pareja; eso sí, ella pasó con amigos y sin pareja las vacaciones de Semana Santa.

Además, la última vez que el matrimonio apareció en público fue el pasado mes de noviembre con motivo de la boda del torero José María Manzanares, donde las cosas acabaron como el rosario de la aurora: Fran Rivera quería sacar a bailar a Mariló, y a Herrera no le hizo mucha gracia.

Los protagonistas consideran que se trata de un asunto privado sobre el que no van a ofrecer más detalles, aunque subrayaron que siguen manteniendo una “extraordinaria relación” y que en todo momento han mirado por el bien de la familia. Carlos Herrera ha contado además que su ya exmujer ha pasado unos días en la Feria de Abril y que ha dormido en su casa.

Mariló Montero y Carlos Herrera, matrimonio roto.

Mariló Montero y Carlos Herrera, matrimonio roto.

Mariló Montero, presentadora del programa ‘La Mañana de la 1‘, en Televisión Española (TVE), y Carlos Herrera, director y presentador de ‘Herrera en la onda‘, de Onda Cero, se casaron en Aravaca (Madrid) el 28 de septiembre de 1991 y tienen dos hijos, Alberto y Rocío.

Ambos llevaban tiempo haciendo vidas independientes y el anuncio confirma una separación de hecho de varios meses atrás.

¿Terceras personas?

Los motivos de la separación no se han dado a conocer, pero algunos medios ya se hacen eco de la posible existencia de terceras personas y de la circulación de fotos comprometedoras. Según se ha señalado a ‘El Semanal Digital‘, lo que podría haber precipitado la decisión de la pareja de confirmar públicamente su separación es algo muy concreto: la presunta existencia de unas fotos de Mariló Montero con otro hombre que, al parecer, sería su pareja actual y que formaría parte de la cúpula directiva de la cadena para la que trabaja. La pareja habría querido reventar una exclusiva con el comunicado.

Una boda con muchos frentes abiertos

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No hay como tener “AR” de fondo (“AR”, sí, “El programa de Ana Rosa“) para enterarte de sucesivos sucesos -y no es redundante porque van uno detrás de otro- que suenan más a guión de miniserie que a la celebración de una boda (la de José María Manzanares y Rocío Escalona), o a la post-boda.

Los protagonistas: Javier Conde y Estrella Morente, Fran Rivera, Carlos Herrera y Pepín Liria. Estrella invitada: Cristina Tárrega. Y el director, que es el que menos pinta en estas reyertas, Jose María Manzanares, el torero que se casaba.

La pareja de recien casados no sabía lo que le esperaba.

La pareja de recien casados no sabía lo que le esperaba.

Capítulo 1:  El periodista Carlos Herrera y el conocidísimo torero Fran Rivera acaban discutiendo (eso se dice aunque el periodista lo desmiente). El motivo: Fran quería sacar a bailar a Mariló Montero, la esposa del primero, y no le debió hacer mucha gracia al de Onda Cero.

Además, Fran Rivera no quiso quedarse sólo con un cameo. Al parecer, discutió también con Pepín Liria, esta vez porque se trató el tema “Espartaco“, el de su separación. De unos desencuentros llegaron estos lodos.

Cápitulo 2: Después de la boda, Javier Conde -también se dedica a la tauromaquia- se va de juerga con otros toreros y cuando vuelve a la habitación del hotel en el que se hospedaba, y donde estaba su pareja Estrella Morente, ésta le monta, supuestamente, “el pollo”.  Cristina Tárrega, que dormía en la habitación de al lado, escucha ruidos -habría que saber a que distancia de la pared estaba la periodista- y llama a Recepción (algunas fuentes dicen que se puso en contacto con la Policía). Misterio sin resolver.

Capítulo 3: Hoy en “AR“. Después de soltar “información” a diestro (nunca mejor dicho con tanto torero) y siniestro llegan los rótulos que anuncian que la película NO está basada en hechos reales. Total, que los colaboradores tiran la piedra y esconden la mano.  Y nos hemos quedado como estábamos, como casi siempre que se cuentan este tipo de cosas. La culpa, de las disputas, siempre es de las copas (los cubatas de toda la vida).