Clases de Cocina para niños en Casadecor

Una treintena de niños, entre cuatro y ocho años, participaron en los dos talleres de cocina que  Paul Ibarra, de Etxanobe, impartió el mes pasado en Casadecor, que reunió en Madrid diferentes iniciativas expositivas, junto a actividades para todo tipo de público. “Es importante acercar a los niños a la gastronomía de calidad para que, de mayores, sepan comer”, piensa el cocinero, al que le gusta trabajar con ellos, “porque no tienen condicionantes ni escrúpulos para decir que algo no les gusta, y, además, saben preguntar muy bien”. Muchos menores y algunos adultos creen que los productos  vienen de la balda del supermercado”, explica, y es necesario hacerles comprender que proceden de la naturaleza y, además, “pueden jugar e interactuar con ellos”. Para lograrlo, planteó a sus jóvenes alumnos la realización de tres recetas tentadoras: piruletas, chocolatinas y galletas.

Clase de cocina para Niños

“Hicieron piruletas  a las que pusimos fresas liofilizadas, para que comieran fruta, y también golosinas ‘peta zetas‘, que explotan en la boca, para darles  un toque divertido”. Luego les mostró qué son las bayas de cacao, “algo que ninguno conocía”, les habló de la diferencia entre los chocolates negro y blanco, y les enseñó a hacer chocolatinas con gominolas de ositos. “También les ofrecí otras con fruta escarchada que llevé hechas, pero está claro que prefirieron las de los ositos”.

Aunque, sin duda, la receta ganadora de los talleres fue la eterna y adorada galleta. Les preguntó si sabían con qué se hacen y casi todos acertaron un par ingredientes, “así que algo de idea ya tenían”. Vino entonces el momento de hacerles jugar con las masas. “Dimos forma al mazapán, preparamos también una masa para ‘cookies’ con M&M, y compitieron entre ellos para ver quién conseguía hacer la pieza más grande. A fin de cuentas, una galleta siempre es un premio”.

Más tarde llegó la hora de rellenar las galletas y aprender así los cuatro sabores: dulce, ácido, salado y amargo. “Las fueron llenando con dulce de leche, krup de limón, crema de aceituna y chocolate. “Las que más gustaron -sonríe el encargado de I+D de Etxanobe-, fueron las dulces, claro. También conocían el sabor salado, pero desconocían el amargo y el ácido”. Para que un niño aprenda a comer bien, hay que prepararle cosas ricas y no forzarle a tomar ningún plato que no quiera, defiende, y  se muestra satisfecho de haber enseñado a sus jóvenes aprendices que las galletas que vienen en una caja, antes se cocinan. “Hasta se llevaron la receta a casa” y sospecha que más de uno la hará, “seguro”,  y quiere pensar que, quizá, un día, ese brote desencadene “un hbby o un profesional de la gastronomía”.

En cocina todo se puede conseguir, defiende Paul Ibarra, “porque todo se puede explicar”. De niño te gusta mucho lo dulce, explica, “pero luego te vas fijándo en otros sabores”.  Reconoce que enseñar a los peques tiene sus condicionantes. “En los talleres no podía haber fuego ni cuchillos, así que hicimos casi todo en frío”. Lo que tenía algo de riesgo, como los fogones, no estaban a su alcance. “No fue una clase magistral”, admite, pero el balance de las clases le resultó muy positivo “porque, al final, unos me dieron un beso y otros me invitaron a dormir a su casa”.