Levando Anclas 25 de diciembre. Travesía del desierto de Libia. El libro de los Hielos. Jesús López de Dicastillo desde la selva de Perú. Juanito Oirzabal en el Himalaya y Aconcagua

Bienvenidos a Levando Anclas en este día tan especial, el de Navidad. Para empezar os deseamos unas buenas navidades en paz y armonía con nuestros semejantes y la naturaleza.
A partir de ahora comienza la aventura en Levando Anclas. Hasta las 12 de la noche pasaremos calor en el desierto de Libia, frió en algunos de los glaciares más majestuosos, nos internaremos con los Ashaninkas por las selvas del río Pachitea en Perú para terminar escuchando historias de la montaña con Juanito Oiarzabal.

  

Dos navarros y cuatro vizcaínos, entre ellos Luciano Cueva y Enrique Alonso, fueron en tres vehículos desde Euskal Herria hasta el sur del desierto de Libia. La parte más complicada es cruzar el erg Morzuq en donde hay que sortear dunas tan grandes como montañas. Los tuaregs les advirtieron que era una locura así y todo lo intentaron. La primera jornada fue dura, se hundían constantemente los coches y dudaron poder continuar. ¿Llegaron a buen puerto en ese mar de arena que se perdía en el horizonte?. Enseguida sabremos la respuesta.

Después estaremos con dos personas que constantemente exploran los lugares más bellos y remotos de nuestro planeta. El geógrafo Eduardo Martínez de Pisón y Sebastián Alvaro, director de la serie de TVE “Al Filo de los Imposible”. Le avalan 26 años de expediciones a montañas, Polos y desiertos. Ambos son los autores de “El libro de los hielos” un homenaje a los paisajes helados que más le han embaucado.

"El libro de los hielos" lo edita Desnivel. www.edicionesdesnivel.com

En la segunda parte de Levando Anclas nos comunicaremos con Jesús López de Dicastillo, navarro que vive en la selva del Perú. Personaje ligado a la historia de este programa, Levando Anclas desde sus inicios en 1984. Nos apetece saludarle en este día de Navidad. Además le daremos una sorpresa pues estarán aquí con nosotros dos viajeros que en diferentes épocas se acercaron por el albergue Humboldt, local que Jesús regenta en Puerto Bermúdez, junto al rió Pachitea, territorio de los indígenas ashaninkas. Estarán con nosotros, Karmele Genua Alzuri de Irun y Jesús Mª Presa de Sodupe. Ambos se fueron desde Lima hasta este rincón de la selva a visitar a Jesús, un personaje de novela.

Contacto con Jesús Lopez de Dicastillo: humboldt49@hotmail.com

Teléfono: 00 51 638 300 20

Además en Levando Anclas Juanito Oiarzabal hace un resumen de sus salidas al Himalaya y al Aconcagua después de que le amputaran diez dedos de los pies a consecuencia del dramático descenso del K-2 en julio de 2004. Recuerda su paso en marzo de 2006 por el Yalung Kang, en otoño 2007 por el Shisa Pagma y sus recientes estancias en el Aconcagua y montañas de Ecuador. El 4 de enero se va al Aconcagua.

www.juanitooiarzabal.com

ZORIONAK ETA URTE BERRI ON

6 thoughts on “Levando Anclas 25 de diciembre. Travesía del desierto de Libia. El libro de los Hielos. Jesús López de Dicastillo desde la selva de Perú. Juanito Oirzabal en el Himalaya y Aconcagua

  1. Iñaki

    Kaixo Roge,el otro dia 25 pusistes una música muy bonita del sur del sahara o de Marruecos pero no me acuerdo del nombre (algo como “Tembaraui”).A ver si me lo dices que me gustó mucho.
    Eskerrik asko

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  2. Roge Blasco

    Aupa Jon. El recuperar entrevista a mi me resulta dificil. Tema de burocracia, conseguir un estudio, necesito tiempo y saber que técnica emplear.

    Kaixo Iñaki. El grupo al que te refieres es Tinariwen. Son tuaregs de Mali. Por cierto, su musica es buenisima.

    Aupa Patxi. Gracias por vuestro apoyo desde Barbarin y por acordaros de vuestro paisano selvatico en el Perú. No lo perdais de vista: es una gran persona y una de las personas que vive la aventura segundo a segundo.

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  3. carlos de urabá

    Desde colombia un gran saludo. Soy el ciclista sin camino. Para los que creían que me había muerto tengo que adrles una desilusión . Sigo firme y en pie recorriendo las rutas más perdidas del planeta. Pero ahora y para colmo acompañado por mis dos hijos de 2 años y 8 meses. Acabo de regresar de Panamá donde me fui a pie hasta Kuna Yala .
    Aquí les envio mi cronica.
    El ciclista sin camino.
    KUNA YALA

    Panamá se ha convertido en un destino turístico y comercial de primer orden, sus hoteles de lujo, sus playas paradisíacas, sus centros comerciales y la zona del canal atrae a millones de visitantes del mundo entero que desean disfrutar de unas vacaciones inolvidables. El turista moderno es un burgués más que demanda las máximas comodidades: aire acondicionado, jacuzzi, televisión por cable, computadores, Internet de alta resolución, etc. Porque de lo contrario se sentirían vacíos y aburridos. Por eso yo me preguntaba mientras veía la gente enloquecida jugando en los casinos o bebiendo whisky en los bares ¿ qué se me había perdido a mí en esta ciudad donde el consumo es la única razón de la existencia?

    Para colmo el paisaje de la ciudad se ve invadido de vallas publicitarias que con sus lucecitas de colores tratan de convencernos que es necesario comprar mil y un productos para alcanzar la felicidad. Hasta sus hijos más ilustres como el presidente Martín Torrijos hacen parte del negocio; retratado en un cartel, y aprovechando que es navidad, nos desea ¡Happy christmas! También el artista salsero, Rubén Blades, flamante ministro de turismo, vestido de predicador, sonríe y nos da la bienvenida con un “Welcome to Panamá”. Rubén en su época gloriosa fue un verdadero revolucionario comprometido con la causa de los más pobres y así lo atestiguan las letras de sus composiciones. Pero la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida -como dice la letra de “Pedro Navaja” – Hoy nuestro ídolo ha cambiado radicalmente y se comporta como un “chico plástico” y su mayor preocupación es inaugurar campos de golf para complacer a los ejecutivos más adinerados.

    A mí siempre me han atraído los sitios de difícil acceso donde los accidentes geográficos detengan la llegada masiva de los turistas depredadores que son el mayor peligro para la ecología del planeta. Pero yo nunca imaginé que en este país existieran regiones habitadas por indígenas que aún se mantienen en un estado primitivo y gozan de una relativa autonomía, como es el caso de los Kuna, el país de los Tules.

    Así que sin perder tiempo me dirigí a la Terminal de autobuses y abordé un bus con destino al Darién. Tras una hora y media de recorrido llegamos al cruce de la carretera el Llano-Cartí donde comienza el camino hacía Kuna Yala, única ruta terrestre conocida para ingresar al archipiélago de San Blas. Con mi mochila al hombro, bien pertrechado de agua y comida y bajo un calor extenuante, emprendí la caminata. En un principio el paisaje se ve marcado por la tala indiscriminada de árboles que ha provocado los siglos de colonización. Pero cuando tras unos veinte kilómetros se ingresa a la comarca de Kuna Yala, todo cambia. Acá el bosque húmedo tropical conserva el esplendor de una manigua impenetrable con sus grandes ceibas, helechos, palmeras, orquídeas o heliconias que es el hábitat del jaguar, del águila arpía, del tapir, de los monos aulladores, tucanes y perezosos. Además en esta zona es donde se encuentra la mayor diversidad de fauna y flora del mundo, sin olvidarnos que es el puente biológico entre norte y Suramérica.

    La visión desde el mirador del cerro Cartí es extraordinaria: de un lado se observa el océano Pacífico y del otro el mar Caribe donde se distinguen con claridad las incontables islas del archipiélago de San Blas. Después de sortear el alto la ruta se vuelve agreste y cortada por profundos precipicios. De vez en cuando pasan por allí algunos jeeps 4×4 que se atreven a desafiar el mal estado de la carretera que en invierno se transforma en un barrizal de arenas movedizas. Después de pasar la noche en mi tienda de campaña al día siguiente y tras 45 kilómetros de dura caminata llegué en horas de la tarde hasta un improvisado embarcadero a orillas del río Nusagandí. Desde este sitio parten las canoas de motor fuera de borda con dirección a las distintas islas del archipiélago. Abandonamos la tierra firme y luego de una media hora de navegación atracamos en la isla de Cartí Jantupu. Sin duda alguna es un privilegio el encontrarse en esta isla de unos 300 metros cuadrados donde viven unas veinticinco familias Kunas en sus chozas de bambú y techos de palma. No hay luz eléctrica, ni aire acondicionado, no hay televisión ni computadoras ni supermercados, es decir, hemos retrocedido a la era cuaternaria..

    La vida diaria de los Kunas es muy sencilla pues su rutina desde hace miles de años es siempre la misma: navegan en sus canoas, vienen y van de las islas al continente en procura de leña, frutas o comida, y otras veces cazan o pescan según sus necesidades. Pero las verdaderas protagonistas de esta historia son las mujeres que vestidas a la antigua usanza con trajes de vistosos colores adornados con las típicas molas y tocadas con un pañuelo rojo en la cabeza mantienen con orgullo su identidad. Todavía conservan la costumbre de tatuarse con jagua una línea desde la frente hasta la punta de la nariz, aunque en el pasado lo hacían en todo el cuerpo. También les encanta lucir orejeras, pectorales, narigueras, anillos y pendientes de oro además de enrollar sus muñecas y los tobillos con pulseras y tobilleras de chaquira de diseños geométricos. Por el contrario los hombres visten a la manera occidental disfrazados con vulgares bermudas, camisetas y gorritas de chicos del Bronx.

    La filosofía Kuna se basa en tres pilares : la canoa, la hamaca y la chicha. La canoa es el símbolo de su existencia, el navegar los hace libres y en ella se transportan por las islas o se acercan a tierra firme a sembrar sus cultivos o hacen sus intercambios comerciales. La hamaca representa el regazo de la madre y su constante vaivén es como un péndulo que marca el paso del tiempo. En la hamaca se vive, se descansa, se pare, se hace el amor y se muere. Incluso después de muertos serán enterrados en la hamaca para que sigan acunados en el sueño eterno. La chicha es la savia de la vida y de la fiesta, es el brebaje predilecto para comulgar en comunidad. Antiguamente el maíz era mascado por las abuelas y escupido en unas grandes ollas de barro donde se fermentaba. Pero ahora se utiliza más la caña o el licor importado en las celebraciones donde las borracheras son memorables.

    El tiempo pasa sin angustia, nadie corre ni se apresura a cumplir las órdenes de algún jefe o patrón. En los rostros de los Kunas se notan que no han sido domesticados, tienen la piel bronceada y en sus facciones extrañas se destacan sus ojos achinados que revelan su procedencia asiática.

    Sin mayores pretensiones los Kunas siguen en sus canoas remando, las mujeres tejiendo o bordando sus hermosas molas. A ellos les importa un bledo que mañana se acabe el mundo porque no tienen ni idea de lo que pasa más allá del umbral de su choza. Esta actitud desata la envidia de los civilizados que no soportan ese estado de anarquía; no están sujetos a las leyes ni a ningún orden, adoran ídolos paganos y eso no se puede tolerar. Envidiosos de su libertad los manipulan con falsas promesas de redención. Por este motivo muchos Kunas han emigrado a la ciudad de Panamá donde son explotados en los trabajos más despreciables y tienen que vivir hacinados en ruinosos edificios.

    La historia nos relata que tras la conquista española los Kunas se aliaron con los piratas ingleses, franceses y holandeses para hacerle frente a su enemigo común. Amenaza a la que la corona española respondió ordenando por una cédula real la completa aniquilación de esta etnia indígena. Al huir de la persecución genocida se desplazaron hacia las márgenes de río Tuira y Atrato hasta refugiarse en la islas de San Blas. Pero las agresiones jamás cesaron y a mediados del siglo XIX el gobierno de la gran Colombia organizó una expedición de militares y misioneros cristianos con el objetivo de civilizarlos. Opusieron una tenaz resistencia y los enfrentamientos dejaron cientos de indígenas muertos y su territorio fue ocupado por los nuevos conquistadores. La paz apenas se firmó en el siglo pasado cuando Nele Kantule, su máximo héroe, negoció con el gobierno panameño la independencia de la comarca y el respeto a sus costumbres y tradiciones. Convirtiéndose así los Kunas en el primer pueblo de América indígena en obtener una autonomía política sobre su territorio.

    El archipiélago de San Blas está conformado por unas 390 islas en las que muchas están deshabitadas. Sus tibias aguas tropicales son las favoritas de los tiburones y langostas, como también son las favoritas de los cruceros de placer que con frecuencia vienen a experimentar una aventura exótica. Visitar sus hermosísimas islas es algo que nos marcará para el resto de la vida. Muchos han buscado el edén y han recorrido medio mundo en pos de ese espejismo. Y nosotros con sólo navegar unos cuantos minutos lo encontramos en la primera isla deshabitada. De inmediato nos convertimos en Adán o Eva pues ciertamente aquí la naturaleza no es terrenal sino divina. El mar Caribe es muy complaciente y alivia nuestra esquizofrenia. Entonces ya podemos respirar profundo alejados de la dictadura tecnológica. Tendidos sobre la arena de la playa no tenemos más pretensiones que recuperar nuestra propia esencia. Nadar y bucear en sus cristalinas aguas azul turquesa nos devuelve al seno materno y entre los arrecifes de coral los peces de colores intentan besarnos creyendo que somos un ídolo marino.

    Las islas más atractivas son Pelicano, Anzuelo, los cayos Holandeses, la isla del Diablo o el Perro. En éstas no hay nada aparte de playa, brisa, mar, cocoteros y gaviotas. Eso es lo más emocionante: dependemos de nosotros mismos para sobrevivir. Lo único que tenemos que hacer es encender el fuego, pescar y beber el agua de los cocos. Muchos ciudadanos no aguantan ni cinco minutos en esta isla de 400 metros cuadrados, es el peor castigo que pueden padecer y ansiosos comienzan a dar vueltas y vueltas en busca de un supermercado o un café internet.

    Los Kunas son muy dados a las supersticiones y fetiches, viven más en el en el mundo de los espíritus que en el real. Por todas partes, en la selva, en el mar o en el cielo nos rodean espíritus; unos buenos y otros malos, espíritus de culebras, cocodrilos, jaguares, tiburones o pelícanos que se mezclan con el de los antepasados en un panteón incomprensible. Por eso hay que complacerlos a todos para mantener la armonía y el equilibrio cósmico. Los Kunas gozan de un autogobierno refrendado en la constitución panameña y se rigen por un sistema de cacicazgos o sailas. En cada isla hay una gran maloca donde los sailas o ancianos venerables legislan para su pueblo. Sólo los más sabios tienen el derecho a usar las hamacas sagradas donde se entrevistan con los antepasados y emiten los veredictos que se convertirán en leyes. En las noches parece que uno resucitara pues una gran sensación de paz y tranquilidad envuelve el ambiente. Mirando el cielo estrellado se diría que es la primera vez que observamos tantas estrellas y constelaciones. Perplejo me doy cuenta que soy más pequeñito que un grano de arena en la inmensidad del universo. Y lo que más choca es el silencio, un silencio que contrasta con la agitación y el barullo de la sociedad en que vivimos. Algunos visitantes en su paranoia creen ver fantasmas y llenos de temor cierran las puertas de sus chozas. Es algo ridículo no hay puertas ni candados que valgan. . Al diablo la intimidad y el individualismo que nos vuelve avaros y desconfiados. Echado sobre mí hamaca sueño despierto arrullado por un mantra rítmico que un chamán repite durante horas en una choza vecina.

    Pero no todo es oro lo que reluce. Desgraciadamente la identidad Kuna, como suele ocurrir con las cosas más bonitas, se esfuma. Las nuevas generaciones se han entregado sin prestar resistencia. Gracias a los paneles solares instalados hace algunos años, la televisión, esa “cloaca virtual”, ha inundado la isla. Cierta noche fui testigo de su poder: en una choza se habían congregado la mitad de los pobladores para asistir al programa de más audiencia de la televisión panameña. Curioso entré allí y ví a una multitud arrodillada frente a ese ídolo maléfico. Más que una choza parecía un templo sagrado donde se llevaba a cabo un verdadero exorcismo. Los fieles poseídos se hallaban paralizados con la mirada fija en la pantalla contemplando la telenovela de moda.

    A nadie debe sorprender que la juventud reniegue de su cultura pues la civilización los ha humillado hasta el punto de odiarse a si mismos y todo lo que represente el pasado primitivo. Eligieron imitar al gran hermano blanco y disfrazarse con sus ropas antes que defender su propia identidad. Para colmo encontré algunas muchachas con lentillas azules en los ojos, el pelo pintado de rubio y maquilladas como meretrices que acariciaban sus teléfonos celulares ilusionadas por escuchar las mágicas palabras de los nuevos dioses.

    A las islas como es de suponer se comercia con toda clase de productos que los mercaderes distribuyen desde el puerto de Colón o desde Colombia. La dieta ha cambiado y ahora sólo consumen latas o alimentos procesados industrialmente. Y lo peor es que nadie sabe que hacer con tanta basura y la única solución es tirarla al mar que se va sembrando de latas, plástico y chatarra.

    Bueno, es la hora de partir, me siento un pecador que ha probado la manzana prohibida y Dios ha expulsado del paraíso. Ojalá el gran dios Ibeorgun los ilumine a los Kunas en esta encrucijada y los lleve a buen puerto. Pero esto no es más que un pensamiento romántico porque los piratas más poderosos del mundo izan sus banderas de muerte y se aprestan al abordaje. Tal vez cuando regresemos en algunos años encontraremos en las islas letreros como propiedad privada, perros bravos y se levanten murallas protegiendo los dominios del lodge, el resort o los hoteles de lujo. Seguramente veremos a las mujeres Kunas vestidas de mucamas sirviendo el desayuno a los turistas o limpiando las letrinas mientras los hombres uniformados de botones cargarán las maletas de los turistas saludándolos con un: Welcome! Have a good day. Los más importantes consorcios hoteleros y tour operadores del mundo están deseosos en meter sus sucias manos en la comarca y a nadie le debe sorprender que en un futuro cambien las leyes y los nativos tentados por los millones de dólares que se ofrecen vendan sus tierras a los extranjeros. De peores cosas hemos sido testigos pues la historia no miente y cientos de pueblos indígenas han sido devorados sin compasión por la ferocidad del capitalismo.

    Sería muy triste que los Kunas se entreguen engatusados por los cantos de sirena pues desaparecería otro paraje virgen del planeta dejando a la humanidad todavía más huérfana y desconsolada.

    Carlos de Urabá-
    Bogotá 2008.

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  4. Clomildo Arias

    Para Carlos de Uraba
    Es triste que una persona tan ignorante escriba unas lineas, de un pueblo sin saber nada de la historia de los pueblos, primero el pueblo kuna se rige de leyes internos de su cultura, las ropas no es esclusivo de los blancos, todos los pueblos, sean americanos, asiaticos(europeos), africanos, llegarian al mismo nivel tecnologico, pero se atrasaron tecnologicamente,(no culturamente) por las invasiones de otros pueblos,(culturalmente el pueblo kuna vive en paz con respeto a todas las personas, no asì, en los pueblos tecnologicamente avanzados, todos los dias hay asesinatos, robos, irrespeto a todos, eso es una cultura avansado.) quien es el salvaje el que viene a robar, matar, violar, esclavizar o el que defiende a su tierra y su familia, si usted es inteligente sabe la respuesta.
    No escriba si no sabe de la historia de la humanidad.

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