El Camino Real creado por los incas ha sido una de las mayores obras de ingeniería aporta por la humanidad. Con 6.000 kilómetros de longitud abarca un territorio que va desde la actual Colombia a Chile. Sin la ayuda de la rueda ni de las herramientas modernas los incas construyeron un pavimento de piedra de hasta 20 metros de anchura, con sus puentes, muros y escaleras esculpidas que ascendían a latitudes de más de 4.500 metros. El viajero francés Laurent Granier y su compañera estadounidense Megan Son han completado a pie durante año y medio esta gran ruta andina. Laurent nos lo contó en la Casa de la Palabra del viernes 22 de mayo 2009.
La pareja francesa de Laurent Granier y las coreana-americana Megan Son están especializados en realizar rutas históricas. Después de conocerse en Seúl decidieron viajar juntos por el continente americano.
Con su amigo Philippe Lansanc realizaron un viaje a caballo por Alaska, a través de las antiguas rutas del oro, siguiendo las huellas de los pioneros.
Posteriormente siguieron los pasos de Meriwetther Lewis y William Clark en su primera expedición en 1804 al oeste de Mississipi. La principal misión de estos pioneros era encontrar una ruta al océano Pacifico que permitiera trasladar gentes y mercancías. Megan y Laurent lo hicieron en los mismos medios empleados por la expedición de Lewis y Clark: canoa, a pie y a caballo.
Megan y Laurent se interesaron por las culturas precolombinas. Primero realizaron el circuito Maya y luego, tras la lectura de un libro escrito por el peruano Ricardo Espinosa se proponen seguir la Gran Ruta Inca.
Ricardo Espinosa, más conocido por “el caminante”, recorrió la costa de su país a pie y luego realizo varios caminos antiguos entre ellos la Gran Ruta Inca, cuatro mil kilómetros por la senda que une las ciudades de Quito, Cajamarca, Cuzco y La Paz.
Megan y Laurent siguieron a pie los seis mil kilómetros a lo largo de la columna vertebral de los Andes, el Quapaq Ñan (La Gran Ruta Inca). Una vía en la que los chasqui se relevaban para llevar mensajes en cordones anudados llamados quipus de un extremo a otro del imperio. Una extensa red en la que periódicamente había albergues y puestos militares.
Con el paso del tiempo una gran parte de la ruta fue ocultada por la tierra y la vegetación. Ricardo Espinosa en 1999 documento el tramo de Quito a La Paz en su recorrido en solitario lo que le devolvió el camino Inca a la actualidad. Hoy la ruta opta por ser incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Laurent Granier y Megan Son han escrito el libro “À la recherche de la Grande Route Inca” (GEO Editions, 2008). En el número 21 de la revista Lonely Plantet, dedicado a Perú, Megan Son escribe dos reportajes.
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