José Arbizu. Indio en el Orinoco.

Con motivo de la entrevista que esta noche realizamos en Levando Anclas (2/8/2009) al navarro José Arbizu recupero una entrevista que le ralicé para Levando Anclas hace nueve años. José habla de su integración con los nativos del Orinoco.

 

  Cuando tenia veintidós años José Arbizu  quiso salir de la rutina del ambiente juvenil de su  Estella natal. Nada le hacia presagiar que al poco tiempo viajaría al Orinoco y allí viviría feliz como un indio más. No sabia que rumbo tomar, sin tener una idea clara probo suerte y se fue a Venezuela. Por azar llego hasta la selva, a orillas del río Manapiare. Fue para unos días y ya lleva dieciocho años. Desde el primer día se integro con los indígenas, construyo una “churuata”, cabaña cónica, y aprendió a cazar, pescar y sobrevivir en la selva. Formo familia con Yesenia, una india piaroa con la que tiene un hijo, Oscar, de ocho años. En la actualidad se dedica a comerciar con provisiones a través del Orinoco y de vez en cuando sirve de guía para antropólogos y turistas que quieren introducirse en las comunidades indígenas. José se siente a gusto y realizado entre los nativos que le aprecian y le llaman el “Indio Blanco”. Desde Puerto Ayacucho, la capital del estado Amazonas  de Venezuela,  responde a nuestras preguntas.

 

          ¿ Cómo lograste salir de Estella y al poco tiempo vivir en San Juan de Manapiare, en donde aun permaneces desde 1982?.

 

     J.- Tenia ganas de ver algo distinto al entorno que me rodeaba. Decidí buscar un país en el que se hablara español, pensé en Venezuela sin saber a donde iba. Aterrice en Caracas, conocí a unos señores que me invitaron a ir de vacaciones una semana a Manapiare, me gusto mucho y me instale con una familia indígena. Me decían que estaba loco que no me iba a acostumbrar a esa forma de vida, a todas aquellas incomodidades. Con la edad que tenia uno se adapta a cualquier cosa y además me complacía mucho aquella gente. La hospitalidad era maravillosa, te lo daban todo. Me sentía importante porque los conocimientos que tenia de mis estudios de perito forestal se los podía transmitir y ellos a su vez me enseñaron todo, a cazar, pescar, navegar por el río y a escuchar los sonidos de la selva. En su interior los animales no se ven, solo se escuchan. Me gritaban: “¡pava, mira un pajui, ahí un chigüiri ! Hay que vivirlo para entenderlo. Todas esas cosas me enseñaron y yo les estaba muy agradecido, había una armonía muy buena entre nosotros, no es que decidiera instalarme, es que no llegue ni  a pensarlo, simplemente estaba feliz y me quede. 

 

          ¿De que vivías en la selva?

 

    J.- Estaba con una familia yabarana, una etnia que ahora esta en extinción. Era un matrimonio con ocho hijos y yo me convertí en el noveno. Me construí junto a ellos una casita de palma de cucurito y así estuve más de ocho años. Cuidábamos del ganado, vacas y toros propiedad de un gallego Amador Barreiro. Empecé a ordeñar, a encerrar el ganado, a matar algunos toros y a venderlos. Salía a caballo a vigilar el ganado, cabalgaba el día entero y por el camino cazaba algún pato o venado para alimentarnos. Lo compartíamos todo, fueron los mejores años de mi vida.

 

          ¿En algún momento te viste en una situación embarazosa debido al aislamiento que padecíais?.

 

     J.- Una vez cogí una diarrea tremenda, estaba totalmente deshidratado. El medico más cercano se encontraba a un día de embarcación , solo para llegar al río había que caminar dos horas y yo no podía ni levantarme, no tenia fuerzas. Simón, el chaman me preparo un raspado de la corteza de un árbol, hizo un rito y con las hierbas se me quito la diarrea rápidamente.

 

          ¿Cuál ha sido el lugar más recóndito que has conocido de la Amazonia?.

 

    J.- Vino un amigo de la infancia de Estella y le quise llevar a un lugar especial. Fuimos a la zona por donde se mueven los huaro huaro que son unos indígenas que han tenido muy poco contacto con la civilización. Son nómadas que habitan en la montaña. Nos acompañaron cuatro amigos piaroa. Una noche de luna llena me asuste porque les escuchamos cantar de una manera muy especial en forma de murmullo, que les servia para comunicarse de un lugar a otro, creaban un ambiente muy misterioso, con mucha energía.  Me intereso comprobar como obtenían oro artesanalmente con una pala y una batea que la fabrican con la raíz de ceiba. Probamos suerte y sacamos unos gramos de oro.

 

          ¿Qué oficios has realizado en estos 18 años en Venezuela?.

 

 J. Primero de llanero con el ganado. Después navegue por el río Orinoco y adyacentes, empecé de marinero y luego tuve un barco de carga.. Ahora estoy de comercial. Compro mercancía y combustible y lo distribuyo por las misiones y aldeas. También soy guía turístico con la poca gente que se acerca por aquí.

 

          ¿ Cuál es la forma de contactar contigo y que bellezas de la selva se visitan?.

 

  J.- Estoy en Puerto Ayacucho. Se parte desde aquí, en donde entre otras atracciones hay una cascada que forma un tobogán natural de cien metros de longitud. Luego se despega en avioneta a San Juan de Manapiare, el vuelo es muy bonito, una hora sobrevolando la selva en la que destacan montañas con grandes cascadas. Lo más importante es que es un turismo que tiene una relación directa con las costumbres de los indígenas y su forma de vivir con la naturaleza.

 

          ¿El centro de operaciones son dos  “ churuatas “construidas en el terreno en donde permaneciste tus primeros años en Venezuela?.

 

    J.- Si. Manapiare es un valle y desde estas cabañas, elevadas veinte metros sobre el río, hay vistas a todas las montañas circundantes. Un lugar ideal para descansar y deleitar la mente. No hay camas, se duerme en hamacas. En las churuatas sé esta muy poco, sirve de base para hacer excursiones por el río, nos dirigimos a distintas comunidades, por el camino nos bañamos, vemos toninas, delfines de agua dulce, tortugas, monos, todo tipo de fauna y flora.

 

          En varias ocasiones has vuelto a Navarra, ¿ te resulta más complicado vivir en nuestro tipo de sociedad?.

 

     J.- Hay más competencia, la tecnología evoluciona rápida, aquí por el contrario con pocos conocimientos uno vive tranquilo, la gente es muy comunicativa. En este lugar del mundo me siento realizado, tengo mi familia, trabajo y amigos. En Navarra cuando voy disfruto una barbaridad pero solo para el periodo de vacaciones porque me siento fuera de órbita. De aquí ya no me mueven.

 

                                        ROGE BLASCO.1 de abril 2000

 

 

    

 

 

    

 

2 thoughts on “José Arbizu. Indio en el Orinoco.

  1. mario

    ola’ , quissiera sabber se es possiblle contactar el senor jose’ arbizu que pienso vive en puerto ayacucho-me gustaria mucho porque’ nosotros( dos italianos) vajaron en aquella zona 3 vezes en los anos passados,tambien en el cerro duida-la esmeralda-en ek rio culebra-cunucunuma-
    gracias +
    mario italia

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