Pablo d´Ors presento en La Casa de la Palabra (20/10/2009) la novela “El amigo del desierto” (Anagrama). Los personajes se ven atraídos irremediablemente por los espacios infinitos y vacíos. Una metáfora sobre el viaje interior hacia lo esencial.

Pablo d ´Ors ha escrito una novela metafórica sobre el simbolismo del desierto como espacio infinito y vació en donde nada es lo que parece. Pavel, el protagonista contacta con una enigmática asociación llamada “Amigos del desierto”. Para sus miembros la inclinación hacia estos espacios geográficos es irresistible. Las pruebas psicológicas para pertenecer ha dicho club son desconcertantes y más aun las primeras visitas al desierto en las que participa Pavel. Como icono de anacoreta del desierto aparece Charles de Foucauld, geógrafo y, más tarde, religioso que vivió como un eremita en territorio de los tuaregs.

 

Pablo d ´Ors (Madrid, 1963) se ha especializado en germanística y se doctoro en teología. Autor de novelas como “El estreno” y “La ideas puras” (Anagrama, 2000), “Andanzas del impresor Zollinger (2003), “El estupor y la maravilla (2007) y  “Lecciones de ilusión” (2008).

 

Los escenarios de la actual novela “El amigo del desierto” se desarrollan entre la Republica Checa y el desierto del Sahara de Marruecos y Argelia. El autor es un ilustrado en literatura centroeuropea y conoce muy de cerca las costumbres de las gentes de Chequia. El desierto, sin embargo y curiosamente, lo visito una vez concluida la novela. De manera que aunque documentado sobre la realidad del paisaje y sus gentes, el desierto aparece como un lugar a veces idilio y otras, atroz. Siempre cambiante, indomable, silencioso, espiritual, irreal y tremendamente hipnótico.

 

 

Pablo d ´Ors nos definió “El amigo del desierto” como una novela de anti-aventuras.

 

 

Es la aventura interior que experimenta Pavel de 42 años. Según Pablo su alter ego.

 

 

Pavel contempla ensimismado tres fotografías sobre el desierto. Su curiosidad le lleva a conectar con la asociación de los Amigos del Desierto. Pavel es sometido a pruebas desconcertantes por unos socios todos ellos de carácter especial.

 

Inicia un primer viaje al desierto del Sahara sin saber muy bien lo que iba a buscar. Desde que se subió al autobús que le condujo al aeropuerto de Praga sabia que el viaje no iba a resultar y no resulto, más bien fue un fraude. Ocho días en Marruecos en donde nada salió bien.

 

De vuelta a su apartamento en Kromeriz seguía contemplando las fotos del desierto. Volvió a un segundo viaje organizado por los Amigos del Desierto, esta vez al Sahara argelino.  Pavel se maravilla por el paisaje siempre distinto. El viento y las inclemencias extremas varían las dunas. “Es la propia  tierra la que viaja a su alrededor”.  Todo es transitorio hasta lo que parece más sólido y estable. Estas sensaciones las experimenta Pavel en su propia piel al vivir una tormenta de arena. Una experiencia tan radical le transforma para siempre.

 

El tercer viaje de Pavel al desierto lo emprende en solitario. Capta la filosofía de los tuaregs y descubre que lo más grande que un viaje puede deparar  a un viajero es: “El deseo de quedarse, la necesidad de no volver, el impulso de nacer de nuevo”.