Juan Abasolo. Recuerdos de infancia y juventud en el faro de Matxitxako.

Juan Abasolo recordó en la Casa de la Palabra (1/3/2010)  sus vivencia como hijo de torrero de faros en una familia numerosa. En el libro “Faro de Matxitxako: Residencia habitual” recuerda algunas anécdotas ocurridas durante su infancia en la compañía de sus padres y sus siete hermanos en este lugar tan simbólico de la costa vasca. Las anécdotas transcurren a partir de 1952.  Relata como aquella vida austera y aislada agudizaba el ingenio y su padre inventaba aparatos técnicos para el faro y para conservar los alimentos. 

Juan Abasolo vivió una infancia y juventud hasta los 18 años en contacto directo con la naturaleza. Acudían a la escuela a pie recorriendo varios kilómetros al día. Su padre, farero, se movía en bicicleta, incluso cuando algunos de sus numerosos hijos tenia algún incidente les llevaba en este vehículo al cuarto socorro de Bermeo. Juan Abasolo escribe: “La vida en los faros, desde el punto de vista de la familia de torrero, es un vida excitante, llena de aventuras, que marca mucho a la persona y las huellas que te deja son siempre buena”.

La necesidad les obligaba a  pescar y su padre obtneia grandes lubinas con cañas rudimentarias. Tambien atrapaban aves migratorias procedentes del norte y atraídas por la luz del faro, llegaban exhaustas en bandadas y chocaban contra los cristales curvados en lo alto de la torre.

Juan Abasolo señaló que vivir las 24 horas en compañía de sus padres y hermanos fue un gran privilegio.

Antes de llegar al faro de Matxitxako estuvieron destinados en el faro de Botafoch, en el puerto de Ibiza. Relata como se vieron envueltos en un fuerte temporal. La olas cubrían por completo la torre del faro mientras la familia permanecía dentro. El embate de las olas hacia temblar todo el edificio y a su paso producían un ruido infernal como sí un tren de mercancías les atravesara de parte a parte, una y otra vez, sin tregua. Los vecinos observaban desde el puerto que estaba en frente del faro y les daban por muertos. Cuando amaino el temporal achicaron todo el agua que entro en el faro y salieron al exterior para que los vecinos vieran que estaban vivos. Un fraile franciscano, amigo de la familia, al comprobar que estaban salvos compro un cargamento de pasteles. 

Los tres últimos capítulos de “Faro de Matxitxako: Residencia habitual” esta escrito por Cristina García –Capelo Villalva actual farera de Matxitxako. 

El libro lo edita: Autoridad Portuaria de Bilbao

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