David Jiménez presenta “El botones de Kabul”.

David Jiménez (Barcelona, 1971) es corresponsal en Asia desde 1998. En este tiempo ha cubierto los principales acontecimientos del continente.  Sus estancias en  Afganistán tienen como base el hotel Intercontinental, un elegante edificio semiderruido que se alza sobre el valle de Kabul. Es símbolo de la resistencia y esperanza de los afganos ante una guerra interminable. Lo inauguro el rey Mohammed Zahir Shah en 1969 y desde entonces sus salones han sido testigos de los grandes acontecimientos del país tanto de los días de gloria como de guerra. Sus trabajadores, impasibles al desaliento, han seguido recibiendo con gran educación y elegancia a los huéspedes. David Jiménez se ha inspirado en el botones Mohamed Ayan para escribir su primera novela. 

David Jiménez se refiere al encuentro con el protagonista de su nuevo libro: “Conocí a El Botontes de Kabul, el personaje que ha inspirado mi novela, durante la guerra en 2001. Lo veía todos los días en la entrada del Hotel Intercontinental, con su poblada barba blanca, su uniforme acabado en una gorra de plato y su saludo reverencial, recibiendo a los huéspedes junto al cartel que anunciaba que no se podía entrar en el vestíbulo con un AK-47”.

El Intercontinental fue el primer hotel de cinco estrellas de la capital de Afganistán. Cuando el rey Mohamed Asir Shah se disponía a inaugurarlo, n 1969, Mohamed Ayan era uno de los empleados que lo esperaba en la entrada uniformado.

 Permaneció en su puesto cuando el rey se ausentó para consultar al oftalmólogo en Italia y su primo lo destrono en un golpe de Estado en 1973; durante la revolución comunista de 1978, y cuando los soviéticos invadieron el país para defenderla a finales del año siguiente; cuando el pueblo se levanto contra los invasores y el día que se celebro la derrota en 1989; cuando los vencedores se pelearon por las ruinas del país y llegaron los talibanes a imponer su orden. En esa ocasión entraron armados al Intercontinental, requisaron todas las botellas de alcohol, las apilaron en la entrada del hotel y las aplastaron con un viejo tanque ruso, provocando un riachuelo de vinos, brandis y licores que bajo por toda la avenida de Baghe Bala.

Hay un pasaje del libro en el que David Jiménez describe la crueldad del régimen taliban a través de una piscina que todavía existe en lo alto del monte Bibi Mahru. Los muyahidines durante la guerra civil y después los talibanes vaciaron de agua y convirtieron su trampolín de 10 metros de altura en el Verdugo de Alá, la plataforma desde donde se arrojaba a los acusados de los delitos contra la moral.

Llego una época en el que el Intercontinental solo permanecía abierto por empeño de sus empleados pues la visita de un huésped se convirtió en un acontecimiento inusual. David explica en su novela: “Se presentaban a trabajar sin faltas ni retrasos, en los días de golpe de Estado y luto por magnecidio, bajo las tormentas de morteros y durante las ofensivas de primavera, convencidos de que todo volvería a ser como antes tan pronto terminara la guerra”.

David Jiménez volvió al hotel Intercontinental en abril de 2010 para dar el acabado a su novela. Las habitaciones han sido remozadas y las huellas de la guerra disimuladas. El botones de Kabul, ya tiene 70 años, se ha jubilado para ceder su puesto a su hijo Unai. Un profesional que trabajo todos los días, incluso cuando no les pagaban el sueldo porque según Habib: “Alguien tenia que cuidar del hotel y porque le tengo cariño”.

David Jiménez ha retratado en su novela a personajes y escenarios reales. Ha querido hacer patente lo que la guerra hace a las personas sencillas.

Entrevistamos a David Jiménez mientras se encontraba en Corea del Sur. Se emitio en La Casa de la Palabra el lunes 20 de diciembre 2010.

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