Menchu Gutiérrez vida creativa en el interior de un faro.

La escritora Menchu Gutiérrez habitó durante más de 20 años un faro de la costa vasca. Casada con un farero pintor, ambos decidieron aislarse para crear. Fruto de esos años de introspección es la obra “El faro por dentro”, un relato poético del último día que paso en la torre. También es “un homenaje a la luz que hace de éste y todos los faros del mundo uno solo”. Para Menchu no es el espacio romántico e idílico que nos llega a través de la literatura. La autora escribe: “Muchas veces he tenido la secreta sensación de que el faro era un ser vivo, un animal inmovilizado por un hechizo. Subía las escaleras de la torre y me parecía hacerlo por el interior de un tronco erguido, Cada peldaño correspondía a una vértebra”. 

Menchu Gutiérrez sabe que fundamentalmente un faro es un lugar en donde se concentra mucha energía. Para los marinos es como una iglesia, un faro te guía y orienta. Podemos leer: “Otras veces, la torre se convertía en un templo consagrado a una religión extraña, en el que la materia a la que se rendía culto era la luz. Cuando me acercaba a la óptica, el gran ojo del faro, pensaba que el animal, ofendido por mi presencia, podría castigarme con la ceguera. También, al desconocer el ritual del templo y equivocar el paso, la escalera de caracol, provista de un invisible mecanismo de defensa, podría abrirse bajo mis pies, dejándome caer en un pozo”.

Gracias a la tecnología ha cambiado su luz pero no su misterio. “Primero fue el fuego de leña, que se acarreaba al punto más alto de la torre, las hogueras a cielo abierto; luego se prendieron hogueras de carbón, que algunos navegantes confundían con la luz de una estrella (…). Los barcos se guiaron por la luz de las velas, de las lámparas de petróleo y de gas que precedieron el alumbramiento del ojo eléctrico. El faro se derrumbó y volvió a levantarse, más alto, más firme, más distante también. Sin embargo, incluso ahora, sabiendo que tras las lentes talladas brilla una bombilla de incandescencia, crees ver el fuego original, o sientes su antigua presencia, cuando, desde la distancia, la linterna del faro parece tantas veces edl sagrario de una iglesia.

Que no se apage la luz, esa es la servidumbre vital del guardián de la torre; no puedes dejar que la luz se apague, igual que no puedes dejar de beber o de dormir.”

Menchu estuvo en La Casa de la Palabra el martes 22 de febrero de 2011. Le preguntamos por los temporales vividos y por sueños como el que describe en “El faro por dentro”: “Sobre todo aquel en el que una multitud de olas gigantescas y amenazantes avanzaban hacia la playa, como un regimiento de ballenas que ocupara toda la masa de agua que abarcaba la vista, y cuando llegaban a la orilla se solidificaban formando una cordillera de montañas”.

El ultimo día en el faro fue el 30 de diciembre de 2008. Ahora Menchu vive en la montaña, no muy lejos de la costa cantábrica.

“El faro por dentro” edita Siruela. www.siruela.com

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