Oscar Presilla. Con billete de ida. Por Asia sin prisas.

Oscar Presilla ha nacido en Bilbao. En 1989 se fue a Lanzarote en donde trabajo en la banca. Ha pedido unos años de excedencia que ha empleado para viajar por Asia. Ha sido un viaje sin prisas, sin billete de vuelta. Con el tiempo se convirtió en una forma de vida, en un nómada del siglo XXI. 

Oscar Presilla ha estado un año y medio por Asia. Comenzó realizando el trekking del Annapurna en Nepal, bajo hasta el sur de la India. Como no tenia prisa una buena parte de la costa Goa la hizo caminando hasta llegar a Gokarma. Navego en un velero de un frances. Estuvo seis meses en India hasta que paso a Sri Lanka, después estuvo por las provincias malayas de Sarawak y Sava en Borneo. Visito Brunei y de vuelta a la Malasia peninsular subió a Tailandia por sus islas. En Birmania a puro el visado al máximo, fueron 28 días en uno de sus países favoritos. Estuvo en Camboya, Laos y Vietnam.

Ha ido ajustando el presupuesto, tirando de hoteles pequeños y transportes públicos. Le resulta cómodo y seguro viajar por Asia.

Carlos navega a menudo a vela en Lanzarote. En cierta ocasión, se fue en autostop hasta Cabo Verde. Estuvo en tres de sus islas que le recordaban a Canarias hace 50 años.

Oscar Presilla quiere continuar en ruta. De vuelta a Lanzarote quiere conseguir un puesto de tripulante en un velero y a finales de noviembre embarcarse hacia América.

Le entrevistamos a Oscar Presilla en el magazine Boulevard de Radio Euskadi el miércoles 30 de marzo de 2011.

Oscar tiene el blog www.unbilletedeida.blogspot.com se nota que estudio algunos años de periodismo pues realiza unas bonitas crónicas. Rescatamos su descripción de las  cuatro mil islas sin mar en Laos:

Quizás alguno se extrañe que hable de cuatro mil islas en un país que no tiene mar y pensará que me empiezan a fallar las neuronas después de tanto tiempo viajando. Pero no, si miráis un mapa veréis como en esa zona fronteriza el Mekong se divide en cantidad de ramales dejando a lo largo de su cauce un montón de islas e islotes, unas grandes y más o menos habitadas y otras del tamaño de las que aparecen en las viñetas de Forges.

Don San, Don Het, Don Koi, Don Hinyai, Don Khamao, Don Phuman, Don Som, Don Long, Don Lappadi, Don Xang, Don Tao, Don Sadam… y así hasta cuatro mil. Este enorme archipiélago se conoce en Laos como Si Phan Don y tiene como islas principales y con cierta infraestructura a Don Khong, Don Det y Don Khon.

Ofrecen un maravilloso ecosistema lleno de vegetación por donde pasan un gran número de aves y la pesca es abundante, así como el cultivo de arroz y cantidad de árboles frutales. También se pueden observar delfines de agua dulce, los famosos Irrawaddy Dolphins, desgraciadamente en peligro de extinción. Y llegando a la frontera camboyana el río tiene un gran desnivel que hace imposible la navegación pero da forma a los espectaculares rápidos de Tat Somphamit y Khong Phapheng, un lugar donde cada año muere ahogado algún turista al querer pegarse un baño de forma imprudente.

Opté por tomar Don Det como campo base ya que me habían hablado muy bien de esta pequeña isla. Preciosos paisajes, gente tranquila, cierto aire hippie y la más barata entre las que ofrecen algo de infraestructura en cuanto a alojamiento y electricidad. No me equivoqué, pase allí unos diez días casi sin darme cuenta y me habría quedado muchos más de no ser porque debía coger la mochila otra vez y seguir mi camino hacia el norte de Laos.

En Don Det no hay mucho que hacer salvo pasar los días tumbado en una hamaca, dar largos paseos por estrechos caminos de tierra paseando o en bicicleta, observar el ritmo de vida de su maravillosa y tranquila población, verles trabajar en los arrozales o pescando con redes, saltar de isla en isla a bordo de una canoa, bañarse en el río, ver espectaculares amaneceres y atardeceres, y cuando cae la noche salir a cenar algo y tomar unas cervezas mientras pasan las horas entre charla y charla con lugareños y otros viajeros.

A Don Det llegó la electricidad hace sólo un par de años, y aparte de todo lo bueno que eso conlleva también llegó la maldita televisión. Resulta gracioso ver el interior de las casas de los isleños, construcciones tradicionales de bambú, madera y hoja de palma donde el único utensilio moderno es un enorme televisor que reúne a toda la familia hasta altas horas de la noche. Se levantan al amanecer, pero no importa, a lo largo del día sacarán tiempo para echarse tres o cuatro siestas de un par de horas cada una, así son los laosianos, el país durmiente. Y los niños desconocen lo que es una play station pero fabrican sofisticados juguetes con unas cuantas latas de refrescos y unas varas de bambú.

En Don Det se encuentran alojamientos por un euro y medio la noche, muy básicos y construidos a la manera local, una cama y una mosquitera es todo lo que se puede encontrar en su interior, pero tienen unas vistas de cinco estrellas con un precioso porche cayendo encima del río del que cuelga una estupenda hamaca donde pasar las horas tranquilamente. No tienen baño y en el exterior suele haber una ducha comunitaria pero enseguida aprendí que lo más cómodo es hacer como los isleños y baja al río al atardecer con tu pastilla de jabón, es la hora punta del día y es un placer bañarse junto a los lugareños entre risas y juegos con los niños.

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