Diego Cortijo. Expedición Pantiacolla. Arqueología Amazónica.

Diego Cortijo es miembro investigador de la Sociedad Geográfica Española. Nació en Valladolid hace 27 años, reside en Madrid, es guía turístico y reportero. Dirige la expedición Pantiacolla. Hasta ahora ha realizado dos exploraciones cuyo objetivo es indagar en nuevos descubrimientos arqueológicos en la selva amazónica brasileña en el estado de Acre y contactar con nativos de la selva peruana Madre de Dios, frontera con Brasil. De esta manera, estuvo con los arqueólogos que estudian una civilización desconocida que dejó geoglifos de grandes dimensiones anteriormente ocultos por la vegetación. Accidentalmente se cruzó con un grupo de la tribu mashco-piro, indígenas no contactados por el hombre blanco. 

Es la segunda expedición que Diego Cortijo realiza a la Amazonia. Concertó unos encuentros con el equipo de arqueólogos brasileños-finlandeses que estudian los geoglifos en la selva en el estado de Acre. Son grandes zanjas geométricas que forman dibujos en la tierra, restos de una antigua civilización. Ocupan una gran extensión, Diego calcula como media España, también han aparecido al norte de Bolivia.

Se han catalogado, hasta el momento, unos 200 geoglifos. Se han hallado cerámicas datadas 2.300 años antes de Cristo. Se presume que esta antigua cultura taló el bosque para realizar esta obra. Todavía quedan lugares inexplorados. Estos descubrimientos cambian el concepto histórico de la Amazonia pues hubo civilizaciones avanzadas habitando estos lugares que se consideraban inaccesibles para poblaciones humanas.

Diego sobrevoló los geoglifos. Posteriormente partió de Río Branco, capital de Acre – el estado más occidental, frontera con Perú y Bolivia – por la carretera Transoceánica dirección hacia Cuzco a donde llegó después de 24 horas de trayecto. Allí preparó el material para internarse en la selva de Madre de Dios.

Se demoró tres jornadas para llegar a las orillas del río. En peke-peke, las canoas tradicionales, llegaron hasta restos petroglifos  y los examinaron. Además, encontraron una pared de 20 metros, una roca gigante perdida en medio de la selva. Es la comunidad matsigenka quien custodia esta gran piedra con grabados. 

Diego se acompañó de tres nativos, dormían en tiendas de campaña.

Cuando se dirigían  hacia unos yacimientos, el equipo decidió pasar la noche en la cabaña de Nicolás Flores, “Shaco”, en la región de Manú. A la mañana siguiente se oyó un ruido. Le llamaron a “Shaco”. Se acercaron al río Madre de Dios y, en la orilla de enfrente, a unos cien metros, se encontraba un grupo de mashco-piro. Eran unos 14 individuos que no habían tenido contacto con el exterior aunque alguna vez se habían relacionado con alguna comunidad cercana e incluso con el mismo “Shaco”. Esperaban que pasara alguna embarcación para que les facilitaran machetes y ollas para cocinar.

Diego Cortijo logró fotografiar el 16 de noviembre a este grupo de la comunidad indígena aislada maschco-piro. Seis días después, una flecha de los indígenas de esta tribu causó la muerte de “Shaco”.

Las fotos de Diego dieron la vuelta al mundo y han servido a Survival Internacional, organización que vela por los derechos indígenas, para denunciar la situación de los maschco-piro, amenazados por los madereros ilegales. 

Diego Cortijo intervino en el programa de Radio Euskadi “Levando Anclas” el lunes 9 de abril de 2012.

www.diegocortijo.com

Puedes escuchar el programa: https://www.eitb.eus/es/audios/detalle/865897/audio-viajes–cabo-verde-amazonia-centroamerica-mediterraneo/

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