Diego Cortijo se adentra en la selva de Perú al encuentro de “Incacok”, una gran roca con el perfil de un inca.

Diego Cortijo ha realizado tres expediciones al encuentro de ciudades perdidas de antiguas civilizaciones en el interior de la selva amazónica. En 2011 obtuvo fotografías de la tribu no contactada de los mashco piro. La última expedición fue en octubre de 2012. Ha sido la expedición Gütioli. Acompañado de nativos amarakaeri, se internó en la selva peruana del departamento de Madre de Dios, siguiendo las informaciones de algunos indígenas de diferentes comunidades que hablaban de una inmensa cara inca de piedra. Tras varias semanas abriéndose paso por una espesa e intrincada selva, llegaron hasta una cascada presidida por una inmensa roca con la forma de un rostro inca.

 

Diego Cortijo, miembro de la Sociedad Geográfica Española, ha realizado tres incursiones a la selva amazónica en busca de indicios de antiguas civilizaciones. En 2010 y 2011 fueron las expediciones  Pantiacolla, en donde observó los últimos descubrimientos arqueológicos ubicados entre las fronteras de Brasil, Bolivia y Perú. Pruebas que señalan la presencia de importantes culturas desconocidas que se asentaron en un hábitat tan difícil como es la selva.

Escuchó de los nativos referencias de una inmensa cara de piedra descubierta por los amarakaeri. Diego Cortijo reunió a un guardabosque del Ministerio del Medio Ambiente de Perú y cinco guías nativos. Durante varias semanas cruzaron diferentes ríos, subieron por una cerrada selva virgen aun por explorar. Se hizo penoso y muy incómodo pues iban siempre mojados, por el calor, la humedad y el agua de los ríos.

Llegaron hasta una laguna sobre la que caía una cascada de ocho metros y, sobre ella,  una gran roca con el rostro de un inca presidiendo todo el entorno. Es conocida como “Incacok” que significa en el idioma harambuk “Cara de piedra Inca”.

La cascada la llaman Otorongo que en quechua es “Jaguar”. Curiosamente, los dos días anteriores  hasta llegar a la laguna, una pareja de jaguares acecharon y marcaron el camino con sus huellas a los expedicionarios.

Tras localizar el llamativo rostro inca regresaron. Hubo una tormenta de 24 horas que hizo crecer los ríos de manera desmesurada. Esperaron pacientemente durante dos días a que bajara el caudal de agua. Así y todo, el retorno se convirtió en una odisea. A veces no quedaba más remedio que pasar los ríos nadando a merced de las corrientes. Fabricaron una balsa con varios troncos sobre la que colocaron el equipo. Durante la aventura, parte del material y un par de cámaras fotográficas se perdieron arrastrados por el agua.

Diego Cortijo relató estas peripecias y el descubrimiento del gran rostro inca en el programa de Radio Euskadi “Levando Anclas” el 9 de diciembre de 2012.

 Puedes escuchar el audio de Levando Anclas del 9 de diciembre de 2012: https://www.eitb.eus/es/audios/detalle/1001086/audio-levando-anclas-9-diciembre-2012–carlos-suarez/

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