Eneko Redondo Ikazuriaga, en bicicleta libre hacia el horizonte.

Eneko Redondo ha realizado largas rutas continentales en bicicleta por la Patagonia (Chile y Argentina) y ha enlazado tres de las grandes zonas montañosas de Asia, ascendiendo por la Pamir Highway, la Karakorum Highway y el Himalaya de la India para finalizar en el monte Fuji japonés. Ahora parte hacia Sudamérica con su bicicleta “Morrosko”, sin tiempo ni billete de vuelta.

Eneko Redondo nació en Gernika-Lumo en 1972, así que tiene una edad muy remarcable, 50 años. Trabaja como diseñador industrial en una empresa cooperativa de su localidad natal. El deporte es parte de su vida, son muchos años de escalada en roca y la práctica del ciclismo.

La mayoría de los viajes los realiza en solitario, con la bicicleta o con mochila. Las primeras pedaladas las dio en el Camino de Santiago y diferentes rutas por Euskal Herria y la península Ibérica. Convivió con los arhuacos en Colombia, ha escalado en los Alpes, fue a una boda en Marruecos, recorrió la Patagonia en bicicleta, regaló bicis restauradas en Cuba, ha estado con los pigmeos en Camerún, ha presenciado ritos vudús en Benín, se ha movido en bici por el Sudeste asiático, Colombia, Perú, Irán y varios países africanos. Además, en 2015, durante seis meses, realizó una travesía que le llevó a Tayikistán, Kirguistán, China, Paquistán e India. En avión voló a Japón donde pedaleó con Lorenzo Rojo “Txentxo”, vitoriano que recorrió el mundo en bicicleta durante 21 años.

En 2020, en plena pandemia, fue de Sevilla a Gernika y al año siguiente partió de Cádiz, atravesando Portugal, para terminar de nuevo a casa.

Empleó unas semanas de otoño 2022 para ir a Cuenca y Teruel y regreso. Ello le ha servido para poner a punto su nuevo proyecto que inicia en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias.

 

¿Has meditado mucho viajar hacia América sin saber cuándo regresarás?

Es un plan que tenía hace tiempo, pero con la pandemia tocaba esperar. La razón de las últimas travesías también ha sido condicionada por ella pues resultaba más fácil hacer trayectos sencillos. Ha sido enormemente interesante conocer diferentes lugares de España y Portugal, que es la gran olvidada, es un buen país para cruzarlo en bicicleta, con gente muy amable y carreteras tranquilas. Ha sido todo un descubrimiento, no ha desmerecido en absoluto con cualquier otro destino que haya hecho antes.

¿Te gusta ir por carreteras secundarias y a veces en desuso?

Sí, por pistas de tierra y caminos vecinales. Lo hago por varias razones, me gusta ir relajado sin miedo al tráfico, es más agradable, y por otro lado, se consigue una mayor conexión con la naturaleza y las personas locales.  Hablas con ellas y te dan una información más fidedigna del territorio.

¿Cómo te ha ido por la denominada ruta de las Montañas Vacías de Teruel?

Es una pena, los pueblos se quedan sin habitantes. Es cierto que también me gusta la sensación de soledad, la de ir por lugares salvajes que es lo que realmente me llama. He disfrutado rodando por las montañas y pistas de tierra, pero echaba en falta más conversación con los lugareños.

¿Cuáles han sido algunos de los lugares más agradables del trayecto hacia Cuenca y Teruel?

El Parque Nacional del Alto Tajo, al norte de Cuenca y sur de Soria. Acampaba en completa soledad acompañado de los colores de otoño y rodeado de fauna. En concreto me ha gustado el nacimiento del río Tajo y el río Cuervo, ambos en la serranía de Cuenca.

¿Es como si fueras el único habitante del planeta Tierra?

Ves bastantes animales, pero es como una zona restringida a las personas ya que no hay buenas conexiones, no hay carreteras asfaltadas entre los pueblos y esto te produce soledad.

¿Cómo te vales por ti mismo siendo autónomo? ¿Llevas GPS, tienda de campaña, te sirves del hornillo para hacer la comida?

Me gusta no depender de nada ni de nadie. Para mí es un reclamo conocer zonas poco pobladas de manera autónoma. Al final son años de experiencia y cada vez vas afinando una manera de viajar y conocer lugares. Eliges el equipamiento que mejor se adapta a lo que necesitas como por ejemplo el tipo de filtro de agua. En la última travesía no me quedó más remedio que beber de una charca del río Tajo y gracias al filtro apropiado no me intoxiqué.

¿Te ha servido el trayecto de Gernika a Cuenca, Teruel y regreso para preparar el proyecto de América en bicicleta?

Tengo junto a mí a “Morrosko”, así le he llamado a mi nueva bicicleta porque es muy robusta y fuerte. Me ha venido muy bien probarla, algunas cosas han funcionado y otras las he cambiado. Me he hecho una idea para calcular el peso y probar material como el filtro de agua, los hornillos. Una buena forma de testar el material antes de emprender un trayecto continental.

Has realizado trayectos muy largos como la Ruta de la Seda desde Tayikistán a India y de allí diste el salto a Japón. ¿Por qué ascendiste por cordilleras tan elevadas?

Es la llamada de las montañas. Para un cicloviajero ejerce una atracción irresistible escuchar la palabra “Pamir”. Nos alimentamos los unos a los otros aconsejándonos estos destinos y el Pamir estaba entre mis sueños. Luego empiezas a pensar en algo más a lo grande: “Quizás puedo continuar por el Karakorum y después el Himalaya”. Fue como enlazar tres destinos legendarios, esa es la idea.

Resultaron varios meses duros sin bajar de más de 3000 metros. Pero merecía la pena circular por la Ruta de la Seda uniendo montañas e historia milenaria. Para mí eso significa un gran tesoro, un ideal. Para otra persona puede ser poseer un vehículo de última gama.  Lo que me ilusiona es haber vivido ese tipo de experiencias. La Ruta de la Seda es como vivir un sueño.

¿Cuáles fueron algunos de los momentos culminantes de tu periplo asiático?

Escribí en el diario que era una convivencia de tú a tú con la naturaleza. A veces discutíamos y otras veces nos hermanábamos. Todo estaba amplificado, lo bueno era muy bueno y lo malo muy malo. Las emociones eran extremas, lloraba y reía delante de aquella inmensidad de montañas.

Son zonas remotas, alejadas de la civilización en donde los vientos, las temperaturas, las altitudes eran un desafío permanente. Se me despertó el instinto animal que llevamos dentro los humanos.

Estas a punto de volar hacia Colombia, país que ya conoces como otros de Sudamérica ¿Volverás a lugares que añoras, descubrirás otros nuevos?

He estado un par de veces en Chile y Argentina. Hice en bicicleta la Carretera Austral hasta Ushuaia. Conozco Perú en donde hice trekkings, el sur de Brasil y Colombia. Ahora me gustaría pasar un tiempo en Bolivia.

Por mucho que hayas visitado un país siempre hay lugares por descubrir y sorprenderte. En este viaje lo que busco es tener la libertad que te ofrece viajar sin tiempo. Para los que trabajamos no es fácil largarse y por ello valoro más esta decisión.

En esta ocasión, comenzaré en Colombia y ¡a ver en donde termino! Me siento muy afortunado por tener esa libertad.

Busco lugares, personas, experiencias, reencontrarme conmigo como lo he hecho en otras ocasiones en largos viajes. Tengo ganas de volver a sentir la plenitud y lo salvaje. Me voy por largo tiempo para seguir el instinto que me marque el camino. Más que nada quiero tener el horizonte libre.

¿No calculas hasta dónde te puede llevar ese camino?

No, para mí no tiene sentido hacer grandes planes, marcar un punto u otro. La vida es incierta, muchas veces no sabes lo que va a suceder. Pienso que es mejor ir poco a poco, disfrutando en cada momento y aceptar lo que proponga el camino.

Es una buena escuela conocer de una manera directa la vida de los demás, sirve para que aprenda sobre mí, con ganas de descubrir, viajar y además en bicicleta.

Eneko Redondo partió el 2 de enero 2023 en vuelo a Cartagena de Indias. Por ahora le va muy bien. Ha estado con sus amigos los arhuacos en la sierra Nevada de Santa Marta y me decía en audio mensaje posterior: “Me he salido de la carretera para meterme por las montañas colombianas, en la zona rural es la gente muy maja. He tenido que superar repechos impasables y lomas terribles a 38 grados de temperatura.  El cuerpo responde y las ganas también. Pronto salgo para Bucaramanga”.

La traducción en euskera de este texto aparece en la revista Bidaiari de febrero 2023.

También hemos realizado un video que se puede ver: https://www.youtube.com/watch?v=Q_8Dq2u1rX8&t=226s

 

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