La psicóloga Cristina Couto, colaboradora de Stop Accidentes País Vasco, comenta en este conciso artículo la dependencia que algunas personas tienen tras un accidente de tráfico, cuando sufren daños físicos y psíquicos.
Stop Accidentes atiende a los afectados y familiares en la sede de Stop Accidentes País Vasco de lunes a viernes (10 a 14h.) en la Pinondo Etxea de Durango.
Se atiende en el teléfono 946 033 000 y en psicologa@stopaccidentes.org
LA DEPENDENCIA DE CUERPO Y MENTE
Tras un accidente de tráfico es frecuente que los afectados sufran consecuencias físicas en mayor o menor grado. En muchos casos, la persona tendrá que someterse a un proceso de operaciones y/o a un periodo de rehabilitación, más o menos extenso, con el objetivo de recuperar, si no totalmente, parcialmente, la movilidad del miembro o miembros afectados.
Durante este tiempo, la persona puede sentirse muy dependiente a la hora de realizar actividades tan “sencillas” como poner la comida o vestirse. Además, ya no puede realizar aquellas actividades que le satisfacían y las personas que le rodean no le permiten cometer otras, en un intento de protegerle. Incluso puede llegar a pensar que ya no es útil, que es prescindible, y que la familia se arregla en actividades que hasta ahora eran responsabilidad suya.
En el mejor de los casos, esto será algo temporal ya que la persona se recuperará completamente. Pero en otros, habrá que seguir un tratamiento a largo plazo o quedarán secuelas físicas permanentes.
Es importante tener siempre presente que el cuerpo y la mente están indisolublemente unidos, por lo que los profesionales no podemos obviar que, en algunos casos, estas consecuencias físicas podrán tendrán una repercusión psicológica. Nuestro trabajo es estar alerta de estas señales para procurar el bienestar de la persona víctima de un accidente de tráfico.
Por mi experiencia personal y habiendo tenido a mi propia hija salvajemente atropellada por un conductor ebrio, en “Estado de Coma” durante 2 años y medio en mi propia casa cuando hospitales e instituciones se han desentendido absolutamente de nuestra tragedia, quiero hacer mención a la absoluta falta de ayuda y apoyo institucional. Cuando las administraciones hablan fríamente de “tráfico” y máxime cuando quien comete la tragedia no iba obligatoriamente asegurado, se desata una maquinaria de absoluto abandono hacia las víctimas.
En muchas ocasiones son los propios psicólogos y psiquiatras clínicos los que deciden abandonarte a tu suerte alegando que ya no saben como actuar. tal vez sea sólo mi nefasta experiencia pero he podido corroborar esas mismas actuaciones en otras víctimas a las que he conocido personalmente. Son los titulados plenamente conscientes poner en práctica una teoría que fueron aprendiendo durante su formación y que dista mucho de la pura y dura realidad que vive en el entorno del accidentado. Es más, ¿está plenamente formado el facultativo sin haber vivido en su entorno una tragedia similar al caso que intenta tratar?. La teoría es una cosa y las diferentes reacciones de cada indivíduo son muy diferentes. ¿Por qué entonces se tratan a todas las personas por igual y de un modo genérico?
En muchas comunidades la “Dependencia” se encuentra absolutamente parada y para muchas personas se hace absolutamente necesaria la aplicación de los Derechos que la Ley otorga (nunca Ayudas). Muchos hemos sido los cuidadores que hemos tenido que dejarlo todo para ayudar las 24 horas del día a nuestros accidentados. La presencia de nuestra ayuda es fundamental en el desarrollo del proceso pero ¿alguien se atreve a preguntarse quién cuida al cuidador…?
@Antonio Angel (padre de Julia)
Siento mucho tu pérdida y la experiencia que has sacado de ella. Creo que el dicho “el tiempo todo lo cura” no es aplicable en estos casos. Es cierto que los profesionales tratamos de entender a la persona que tenemos delante, a pesar de que generalmente no hemos pasado por una situación similar. Sin embargo, opino que ello nos permite brindar una ayuda desde una objetividad que de otra manera no sería posible, sin dejándonos llevar por nuestros propios sentimientos y vivencias personales, intentando llevar ese caso desde su idiosincrasia. Es como en el caso de un oncólogo, que no necesita haber padecido un cáncer para saber curarlo y diagnosticarlo con la necesaria sensibilidad.
Por otro lado, a pesar de que cada día se está más concienciado del imprescindible papel del cuidador principal y de su salud mental, todavía estamos lejos de que reciban la ayuda necesaria en esos momentos tan difíciles. Se tiende a creer que una vez pasado el periodo de cuidado de la persona con dependencia, se han acabado ahí las ayudas, sin muchas veces darnos cuenta de las secuelas psicológicas que quedan en las personas de alrededor.
Lamentablemente muchas personas se sienten así, como Antonio Ángel. A menudo los asociados nos han comentado esta situación y creo que tiene toda la razón con lo de “cuidar al cuidador”. Por eso es importante también la labor de Stop Accidentes (y otras asociaciones) de reivindicar, de solicitar, de demandar a las administraciones una mayor y mejor atención, porque las cifras ocultan personas con sus dramas y conflictos. Por eso es importante también usar las herramientas que tenemos a nuestro alcance, como este humilde blog,
No sé cómo expresarle mi solidaridad con su situación porque tiene usted razón en que existe poco apoyo para los cuidadores de los dependientes tanto en las instituciones públicas como en las privadas. Siempre se habla mucho y se hace poco sobre lo de “cuidar al cuidador”. En esto tiene toda la razón.
En cuanto a haber pasado la experiencia le puedo decir que sí, que haber pasado por una determinada experiencia te ayuda a entender mejor las cosas y quizás a dar una ayuda mas efectiva, pero no es una condicion necesaria para ayudar a los demás en un determinado proceso psicologico, enfermedad, situación de la vida. De lo contrario los médicos, los piscologos, los enfermeros no podrían dar los cuidados para la mayoría de losprocesos para los que han recibido formación, pero están carentes de la experiencia de la enfermedad (neumonia, ulcera…); además una cierta distancia profesional ayuda a ser más objetivos.
Lo que usted no nombra pero yo creo que tiene gran importancia es la ayuda que uno pueda recibir de otras personas, expertas no desde una optica profesional sino desde la “experiencia” que les da haber sufrido por algo traumático en la vida. Le estoy hablando de las asociaciones de afectados. Es cierto que no las hay para todas las cosas pero yo pienso que a un alcoholico quien mejor le puede aconsejar es un ex-alcoholico, dicho esto a modo de simple ejemplo.
No obstante lo anterior puedo estar con usted en que qué mejor que un médico o una enfermera diabética que precisa insulina o toma pastillas para expresar y comunicar qué hacer y qué no hacer con alguién que ha sido recientemente diagnosticado y precisa también de insulina.
En mi modesta opinión hay dos cosas: la actitud y la aptitud. Cuando alguien ve a otro sufriendo, en una situación complicada de su vida, tratar de entender (porque entender del todo no es posible si, como dice usted, no se ha pasado por algo similar) es el punto de partida. Es lo que se denomina tan manidamente “empatia”. La aptitud es algo diferente, es lo que uno va aprendiendo, o sabe ya por sus estudios, que es lo mejor para ejercer los cuidados en una determinada situación en la vida.
Creo que debo decirle que a veces es muy dificil dar soluciones, curar, y si esto no se puede hacer hay que intentar aliviar; finalmente, en otras situaciones, lo unico que queda, cuando lo anterior no es posible, es confortar, consolar a quien padece por algo. Es poco pero es mejor que nada.
Esta serie de pensamientos me provienen de mi trabajo como médico de atención primaria en Bilbao, un dato que hasta ahora no he querido mostrarle para que lo que usted lea de mí le parezca menos formal y academíco . Pero me parecería faltar a la verda si le oculto este dato.
La actitud con que yo atiendo a mis pacientes probablemente provenga de mi forma de entender la vida y el ejercicio de la medicina, y en funcion de ello intento ponerme en la piel de los pacientes y entender qué les pasa; a veces lo consigo y a veces no, y estoy seguro que más de uno se habra ido de mi consulta pensando que medico más poco sensible a pesar de haber hecho lo que sabía para comprender su situación.
La aptitud la voy adquiriendo con el tiempo de forma que ahora sé mucho más que hace 15 años, y menos que dentro de 5. Sin ella, sin las habiliades aprendidas, ¿dónde iría yo por muy buen empeño que pusiera en escuchar los problemas de los demás?
Un saludo
Como profesional de Stop Accidentes me veo en la obligación de decir que nuestra filosofía no es trabajar con todos los dolientes de la misma forma sino individualizar al máximo cada caso para empatizar y poder ofrecer todas las herramientas que tenemos en nuestras manos, siendo las más importantes escuchar y acompañar.
Por otro lado me gustaría plasmar que admiro más a un profesional que diga “de esto no se” o “con esto no puedo” y derive a esa persona a otro profesional más preparado en esa materia que al que no admite sus limitaciones e intenta “poder con todo”
Antonio, siento lo que le ocurrió a Julia, y todo lo que le está ocurriendo a todo su entorno, sobre todo lo que vosotros llevais como padres. Desde Stop Accidentes seguiremos estando a vuestro lado siempre que lo necesiteis.
Un accidente de tráfico puede suponer una larga convalescencia con dependencia a otras personas y secuelas físicas y psíquicas.