En su intento de escalar al techo del mundo, el Everest por su vÃa más directa y exigente, el corredor Hornbein, Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza se vieron sorprendidos por avalanchas de nieve el pasado viernes cuando ya habÃan llegado a los 7.200 metros, justo en la mitad de ese embudo que es el corredor de los japoneses. Cómo consiguieron salir de allÃ, cómo se sintieron y qué están sopesando en estos momentos es lo que nos cuentan en una entrevista realizada.
Mikel Zabalza nos relata cómo vivieron las horas que transcurrieron desde el atardecer del viernes hasta el sábado por la tarde, cuando consiguieron salir de la trampa en la que se habÃa convertido el corredor de los japoneses.
“El parte meteorológico con el que ascendimos el viernes hasta los 7.200 era bueno. HabÃamos tallado una repisa en la nieve y el mayor peligro era que nevara pero no contábamos con ese riesgo. Confiábamos en el parte. Hubo unas nubes por la tarde pero cuando ya estábamos en los sacos, después de cenar, todo cambió. Soportamos algunas precipitaciones de nieve y Juan comenzó a decir que aquello no le gustaba nada. De pronto nos cayó la primera avalancha q nos aplastó la tienda literalmente. Salimos, nevaba con intensidad y otra avalancha nos podÃa arrastrar al abismo. Nos pusimos a todo correr las botas y los crampones y de pronto nos cayó otra avalancha. Durante un momento no vi a Juan y fue un momento terrible. Acto seguido sacó la cabeza de la nieve y decÃa: ¡vámonos de aquà ya!. Recogimos rápidamente el material que pudimos, algunos metros de cuerda, fijamos una estaca de nieve y rapelamos unos 50 metros para protegernos bajo una roca, donde al menos estarÃamos a salvo de las avalanchas. Picamos una plataforma de unos 40 centÃmetros y allà pasamos toda la noche de pie dando patadas a la pared para que no se nos congelaran los pies. Cuando amaneció subimos hasta la tienda de nuevo para recuperar algo de material e iniciamos el descenso: 2 rapelando y otro trepando para ir recogiendo la cuerda. Es muy delicado bajar el corredor en esas condiciones. 8 horas de descenso hasta tocar suelo y ya, por fin, suspirar a gusto”.
El vitoriano Juan Vallejo valora la rapidez y seguridad con la que supieron responder a la situación lÃmite en la que estuvieron: eso les salvó la vida.
“Un corredor, para hacernos una idea, es como medio tubo. Luego, depende de la inclinación que tenga, la dificultad varÃa. En este caso es un corredor bastante vertical y ya en su metro 0 nos encontramos con una rimaya, en la que el dÃa anterior fijamos un largo de escalada porque si no, nos iba a costar muchÃsimo pasarla. La mayor dificultad de todo este corredor es que es una pendiente muy muy sostenida, siempre en torno a los 45-55º y el hecho de no tener ninguna repisa, ningún lugar donde relajarte es lo que te hace estar siempre consciente de que no puedes cometer ni el más mÃnimo error. Después de lo que nos habÃa sucedido a la noche, no habÃa más opción que ir hacia abajo: habÃamos perdido la tienda, habÃamos perdido parte del material y además el corredor se habÃa llenado de nieve, que es lo peligroso en estos casos porque es propenso a las avalanchas. Como no habÃa otra opción, es lo que hicimos, bajar muy muy despacio, con todo el cuidado del mundo, asegurando muy bien y lo que el dÃa anterior habÃamos hecho sin sacar la cuerda, en esta ocasión lo rapelamos entero porque no nos fiábamos de que no nos cayera un avalancha. Primaba la seguridad y preferimos hacerlo despacio pero bien y en unas 7 horas volvÃamos a estar de nuevo al pie de la pared”.
“He vivido situaciones parecidas, no siempre en montañas de 8.000 metros, pero ahora sà tengo la sensación de que hemos estado bastante al lÃmite y que el saber hacer que nos han dado todos estos años nos ha sacado de esta situación: supimos reaccionar con rapidez. Ha sido duro y a veces me pregunto qué hago yo aquà contando todo esto y luego, dentro de unas horas soy capaz de volver a salir a por lo mismo…”.
Alberto Iñurrategi lo describe con exactitud, resumiendo, como a él le gusta contar las cosas. De la preocupación pasamos al miedo, dice.
“Cuando comenzó a nevar el viernes por la tarde todos nos preocupamos, pero a la noche cuando cayó la primera avalancha y nos rompió la tienda, pasamos de la preocupación al miedo porque sabÃamos que en esas condiciones y en la oscuridad de la noche, poco podÃamos hacer”.
Tras el miedo y la rapidez de reflejos y fortaleza que han demostrado esta cordada de tres magnÃficos alpinistas, Iñurrategi se fija en el lado positivo de la cara norte del Everest: “Esta vÃa tiene la suficiente inclinación para purgar rápidamente la nieve por lo que cualquier precipitación se barre en pocos dÃas. Pensamos que la montaña, que hoy por la mañana está muy mal, en un par de dÃas puede estar ya en buenas condiciones. Por eso, somos muy optimistas de cara a que en unos dÃas el Everest pueda darnos otra oportunidad. FÃsicamente han sido dos dÃas muy duros, intensos porque no hemos podido descansar y tenemos mucha tensión acumulada pero pensamos que podemos recuperarnos de esta fatiga en dos o tres dÃas. Otra cosa es cómo se recupera uno psicológicamente de una escapada de éstas y eso no lo sabremos hasta que volvamos a entrar. Los tres tenemos suficiente experiencia, ya nos conocemos y hemos vivido situaciones duras. Pienso que el tiempo lo va a arreglar y si se dan las condiciones, psicológicamente estaremos listos para hacer un nuevo intento”.
QUE VOY A DECIR.INCREIBLE,INCREIBLE,ESTOS SI QUE LOS TIENEN BIEN PUESTOS.ESTO ES PURO ALPINISMO,OSTIAS VAYA TRIO,SE ME PONEN LOS PELOS DE PUNTA.GORA NATURGAS EXPEDIZIOA GORA.