El Barcelona-Inter, la victoria del nihilismo balompédico frente al vitalismo futbolítico

Aunque ya no toque, permítanme que escriba del Barcelona-Inter de la Champions. Partido, por decir algo, porque en realidad fue entero. Entero en lo que a coñazo como a espectáculo se refiere y en cuanto a dominio del Barsa también.

Ocurrieron varias cosas sorprendentes durante el Barcelona-Inter. La primera es que la falta más reiterada que el árbitro pitó contra los defensas del BarÇa fue…el fuera de juego. O sea, cuando los defensores del Barcelona retrocedían, la mayoría de las veces fue por no quedar en fuera de juego.

Con eso se lo digo todo. Y les añado que los defensas centrales azulgranas dispararon más veces contra la portería rival, que los dos delanteros centros del Inter.

Todo el partido de vuelta de las semifinales de la Champions se disputó en una franja de terreno de 3 metros de largo y 50 metros de ancho. Si, han leído bien, 3 de largo y 50 de ancho. Nunca he visto nada parecido. El Inter dispuso una empalizada sobre la línea frontal de su propia área grande, y tres metros más adelante cavó un foso. Todo el juego, con la pelota del Barcelona y sin ella del Inter, se desarrolló, por decir algo, en ese foso minado.

Eso si, Mourinho compuso una alineación con dos delanteros centro peligrosísimos: Diego Milito y Etoo. Dos hombres gol, expertos en jugar de espaldas o de cara a la portería. Y lo hicieron. Se pasaron todo el encuentro a escasos metros de la línea de gol…que guardaba su portero. La posición de Etoo y Milito fue la de laterales defensivos. De manera que Zanetti y Maicon se posicionaban como centrales, Lucio de libre y Samuel de marcador.

El central argentino del milanista, Walter Samuel, posicionándos en el centro de su área durante el Barcelona-Inter

El central argentino milanista, Walter Samuel, posicionándose en el centro de su área durante el Barcelona-Inter

Estaban los del Inter tan concienciados en la defensa, en el catenaccio, la pérdida de tiempo y el mantenimiento del dispositivo de retaguardia que la primera vez que Diego Milito se vió con la pelota y espacios…corrió a buscar el banderín de córner para perder tiempo. Y eso fue como en el minuto quince de la primera mitad. Sin, embargo el hecho de que los dos laterales defensivos del Inter llevaran escrito en la espalda de sus camisetas los nombres Milito y Etoo, obligó a Guardiola a mantener muchas precauciones defensivas durante demasiado tiempo. Quizá durante 75 minutos. Etoo y Milito fueron en realidad cuatro futbolistas, dos defensas reales y dos atacantes virtuales cuya única amenaza era su prestigio. Fue por este motivo por el que la expulsión de Thiago Motta prácticamente no se notó. El Inter seguía con 10 futbolistas reales y dos virtuales sobre el terreno: total, doce.

Pero el verdadero jugador ofensivo del equipo lombardo disputaba el partido fuera del rectángulo. Jose Mourinho ganó a su tocayo Guardiola varios desafíos: el táctico, el estratégico y el filosófico. De los dos primeros ya he hablado, y del filosófico cabe señalar que el nihilismo del portugués desarmó el vitalismo del catalán. El no-fútbol es también fútbol. Hay que conocer a fondo el fútbol para plantear un no-fútbol.

Mourinho no expuso un partido de presión, patadas y pelotazos. Fue aún más minimalista. No hubo presión hasta esa franja de 3 metros de largo por 50 de ancho. No hubo patadas, sencillamente porque los Interistas no llegaron a disputar el balón a los azulgranas hasta dentro de su área, y ahí no valen las patadas. Y no hubo pelotazos por la simple razón de que no había a quien mandar esos pelotazos. Así que los milaneses salían con la bola corriendo fuera del campo. O se caían al suelo, repentinamente atraídos por la ley de la gravedad.

Así fue como el mejor equipo de fútbol del mundo, que contaba sobre el césped de su estadio con varios de los más determinantes jugadores del universo, se aburrió de atacar a una barrera móvil.

El no-fútbol, el nihilismo balompédico de Mourinho y su Inter, pasó por encima del club más alabado de la última década. El no-fútbol planteará su discurso silencioso en la final del campeonato por clubs más prestigioso del momento.

Guardiola hasta hace poco orinaba colonia. Desde lo del Inter es vinagre. Y puede ir a peor. Queda la lejía de la liga. Durante tres partidos más.

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