El final de nuestra participación en la prueba de Formula Student 2011 celebrada en el legendario circuito de Silverstone fue triste. E inesperado. Sabíamos que la competición iba a exigir lo mejor de nosotros y que todo el trabajo realizado los meses anteriores podía irse al traste en cuestión de segundos por mil motivos, propios y ajenos. Pero aunque confiábamos en nuestro esfuerzo de diseño, en la calidad de los materiales empleados y en el mimo con que se había llevado a cabo el montaje, lo impensable sucedió. El coche fue perdiendo tracción paulatinamente y a tan sólo cuatro vueltas de haber empezado la prueba reina, la Endurance, del muro asomó la temida bandera negra.

Bandera Negra

Ya fuera de la carrera, y tras cumplir el trámite de pasar por la estación de repostaje para medir el fuel consumido, con todo el equipo reunido en el box, fue cuestión de segundos encontrar la pieza que había fulminado nuestras esperanzas. Los bujes, unas piezas de acero macizo, en las que no se había escatimado en coeficientes de seguridad y que para muchos eran directamente los últimos en la lista de sospechosos de llegar a fallar, se habían roto alrededor del estriado en que se alojaba la junta de la homocinética.

Fallo localizado

De nuevo, las teorías de cómo se había producido semejante fallo no tardaron en multiplicarse: por fenómenos de fatiga, por los duros impactos que pudieron haber sufrido al romperse un par de palieres en pruebas previas, debido a un apriete excesivo de la tuerca que aseguraba el palier al buje, por culpa de la interfase entre zonas que habían sido sometidas a tratamientos térmicos y otras que no… Mientras se desmontaban ambos conjuntos de córner traseros, todas estas hipótesis bailaban en el aire. Y entre ellas, una que no queríamos creer. Que no podíamos creer. Que según íbamos descartando las demás empezaba a brillar con más y más fuerza. Y cuando separamos todas las piezas (mangueta, rodamiento, circlip y buje) y vimos cómo había quedado arrancada del buje una pieza de material alrededor del estriado, nos quedamos sin palabras (bonitas).

Sí, era un casquillo

Nos la habían colado. El taller al que se había subcontratado la fabricación de los bujes cambió nuestros diseños y nos entregó unas piezas que, en lugar de ser macizas, tenían un casquillo soldado con el estriado. Sin dar ningún aviso, quizás esperando que la chapuza pasase desapercibida, y negándolo después hasta que se advirtió de que un análisis de la pieza iba a llevarse a cabo.

El casquillo sobre el rodamiento

La rotura de la soldadura pudo haberse producido durante alguna de las sesiones de entrenamiento de las semanas anteriores a embarcar hacia Inglaterra. Notábamos que el coche no iba tan fino como esperábamos, pero no nos costó mucho achacar la pequeña pérdida de potencia al horrible horrible clima británico. Aún así en el resto de pruebas hicimos un papel muy respetable, salvo en la de aceleración, en la que 6.066 segundos nos supieron amargos y culpamos a los charcos de la pista de la falta de tracción. Pero el rozamiento del casquillo con el resto del buje dejó de ser suficiente para mover razonablemente el coche durante la Endurance y mordimos el polvo.

Pueden quitarnos los bujes, pero jamás nos quitarán... ¡¡La felicidad!! 😉

No hay manera de cuantificar el daño que este trance nos ha infringido, ni como equipo ni como individuos entregados a un proyecto común. Teníamos esperanza en que pasase lo mejor, pero no olvidamos prepararnos para lo peor. Así en menos de dos meses volvemos a tener al FSB2011, nuestro mejor coche hasta la fecha, corriendo y listo para competir. Con bujes nuevos y alguna otra mejora incluida gracias a lo aprendido en Silverstone, estamos listos para ir a por todas dentro de dos semanas en el Circuito de Catalunya. Después de todo “jugamos en casa” 😉