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El Athletic estuvo verde en Bucarest

Al Estadio Nacional de Bucarest se podía acceder a través de las múltiples stargates que habilitaron en Bilbao. Los cientos de miles de personas que lo experimentaron saben que es completamente cierto: había puertas espaciotemporales que te llevaban directamente a la final de la Europa League.

Premonición
Quizá producto del paso por la stargate
que me tocó, debo decirles que, diez minutos, antes del inicio del partido, tuve la premoción exacta de lo que iba a suceder.

La viñeta de la final, según Asier (En Deia)

La viñeta de la final, según Asier (En Deia)

Era algo evidente. Los colores lo anunciaban todo. El Atlético de Madrid enfundando en su elástica habitual, la rojiblanca, ocupando su espacio. Los chicos del Athletic estaban verdes. Lo gritaban desde sus camisetas. Estamos verdes, decían. Se puede pensar que es color de la esperanza, el de la primavera. Y fue el de la esperanza, pero el de la Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid. Es más, momentos hubo que la mirada se me iba de las camisetas del Athletic, al palco en el que se repanchingaba la alcaldesa de Madrid. Estaba claro: verde y en Botella, solo puede ser una cosa, victoria del Atlético Madrid.

Falcao
El verde fue la representación de la falta de madurez y de un sistema defensivo bastante “primaveras” que dio al Tigre Falcao 20 centímetros más que el metro que necesita. Falcao es un bulto sospechoso en el 90% de la extensión de un campo de fútbol. Pero resulta letal en el 10% restante, el área rival. Falcao hace milagros en esa zona. Si le dan un metro cuadrado de terreno y 30 segundos es capaz de construir la Sagrada Familia, la de Gaudí. En Bucarest lo volvió a demostrar, rodeado de camisetas verdes que le daban más distancia y más tiempo.

Ese es el gran resumen de la final de la Europa League. El Atlético fue fiel a si mismo, se hizo maduro en su filosofía de presión y contraataque, la de siempre, la que los colchoneros llevan inscrita en su código genético, mientras que el Athletic estuvo verde y “primaveras”.

Luto
Pero aún tengo subrayar aquí la premoción definitiva. La que todo lo anunciaba. El tan denostado chándal gris-plomo que ha acompañado a Marcelo Bielsa durante toda la temporada no estuvo ayer en Bucarest. Es evidente que Umbro, la marca que fabrica estos productos, fue consciente de que la final de la Europa League sería seguida por decenas de millones de clientes potenciales en todo el mundo y que la sudadera gris-plomo de Bielsa podría hundir la cuenta de resultados de la compañía para la próxima década. Así que la equipación del director técnico del Athletic y sus ayudantes fue sustituida por otra más elegante, moderna y atractiva. Ya no era gris-plomo. La sudadera gris-plomo de Bielsa, que empezaba tener consideración de mítica sobre todo cuando iba combinada con una bermuda tipo globo aerostático, había cedido su lugar a una sudadera con capucha en un sólido tono negro azabache.

Marcelo Bielsa con su sudadera habitual (Asier y Javier, en Deia).

Marcelo Bielsa con su sudadera habitual (Asier y Javier, en Deia).

Lo vi claro. Era un luto anticipado. Si Bielsa se hubiera puesto la capucha para caminar por el túnel de vestuarios hubiera podido pasar por cualquiera de los protagonistas de “El nombre de la rosa”. En cualquier caso, el funeral estaba servido y se anunciada premonitoriamente.

Era evidente. Aunque fuera producto de atravesar una de las stargates que se abrieron en Bilbao y que desembocaban en Bucarest. O quizá de resultas de mezclar alguna medicación con una copita de cava. Qué quieren que les diga, si a Carmina le pasaba y veía apariciones marianas ¿por qué no voy a poder yo tener premoniciones futbolísticas?.

Sólo me queda felicitar al Atlético.

Y trasladar mucho ánimo al Athletic. Seguro que van a “rerugir”.

Un fin de semana de motines y Malamadres

Ha sido el fin de semana de “Celda 211”. Un fin de semana de motines, Malamadres y comportamientos patibularios. El fútbol y el baloncesto anticiparon el éxito del gran largometraje protagonizada por Luis Tosar.

Como la peli triunfadora en los Goya, el viaje del Athlétic a Villareal terminó en follón. No hubo pinchos, incendios ni barricadas, pero fue lo único que faltó. Eso si, el preso de verdad fue el fútbol.

Solo faltó este en los instantes finales del Athlétic-Villareal

Solo faltó este en los instantes finales del Athlétic-Villareal

Ninguno de los dos equipos lo sacó siquiera al patio de los paseos, lo mandaron a la celda de castigo, y ahí permaneció, víctima de los malos tratos que se daban al balón y del juego subterraneo habitual en las galerías de reclusos peligrosos.

El juez de vigilancia futbolaria acertó poco y mal. Y terminó mandando a la galera de los vestuarios al local Godín y los rojiblancos Orbaiz y Javi Martínez. Ahí penarán a la espera de que el gobernador del estado les indulte o tengan que cumplir sus penas íntegras. Eso si, parece que el Athlétic persiste en arrastrar la cadena perpetua que lleva desde que doblegara al Real Madrid. Y, días antes de recibir al Anderlecht, los de Castellón les han dicho: ¡Ande leches vaiiiis, criaturas¡ Tendrán que mejorar la conducta.

El motín más inesperado tuvo lugar en el Vicente Calderón, esa institución donde siempre están presas las emociones más contradictorias. Un Atlético de Madrid que apela a la libertad condicional de la Copa para poder viajar a Europa, lejos del chabolo, se rebeló frente al todopoderoso Barcelona. Esta servidora, debido a la ciclotimia congénita de los colchoneros, pronosticó una paliza azulgrana, pero, como la paloma de los versos, me equivoqué, me equivocaba.

El partido evocó una revuelta carcelaria desde el minuto uno. Los locales eran conscientes de que al Barcelona le faltaba personal antidisturbios suficientemente preparado para sofocar insurrecciones. Hasta Chigrinsky se había lesionado durante la semana y el alcalde Guardiola se había visto forzado a recurrir a pipiolos de la academia. Eso se acentuó tras el tirón de Keita a nada del pitido inicial. Reyes, un tipo avezado en sacar provecho de las movidas en los bajos fondos, y con contactos en todo el ataque Atlético, reventó la zona de escudos azulgrana. El andaluz se convirtió en un Vaquilla con botas. Nadie, ni siquiera el comandante Xabi, pudo evitar la fuga de puntos.

El otro motín lo protagonizaron los hombres del negro del griego Katsikaris. Tomaron el fortín del Real Madrid, escaparon del chapeo de la derrota continua, y exigieron una victoria como rescate. Así, el Bizkaia Bilbao Basket toma aliento, y le da sal a una ACB que era presa de la monotonía. Cayeron los muros y las redes de las canastas.

Ya les digo, un fin de semana de cine.